La oveja Negra

“Perro no come perro”, relatos duros como el asfalto

“Perro no come perro”, relatos duros como el asfalto“Perro no come perro”, relatos duros como el asfaltoJames Ellroy, el totémico maestro del género negro, cuenta que los libros de Joseph Wambaugh le salvaron la vida cuando era un vagabundo que cometía pequeños delitos y dormía en los contenedores de ropa usada. Esas lecturas despertaron su deseo de ser escritor. Y es que las novelas de Wambaugh transmiten la autenticidad del que se ha pasado media vida con una placa de metal tapándole el corazón, ya que Joseph Wambaugh fue sargento de policía en Los Ángeles.

Los veinte relatos que componen "Perro no come perro", de Ricardo Magaz y editada por Eolas, poseen la misma autenticidad, el mismo espíritu. Esa extraña mezcla entre lo salvaje y lo tierno, lo violento y lo hilarante que sólo se da en la calle. Y en la vida. Porque Ricardo Magaz es policía.

“Perro no come perro”, relatos duros como el asfaltoCon un estilo clásico basado en su riqueza léxica, Magaz consigue algo tan complicado como dotar a sus relatos de esa verdad que sólo conoce quien ha visto la cara oculta del ser humano. Historias que, en algunos casos rozan el absurdo y, sin embargo, eso es lo que las dota de verosimilitud. Sabes al leerlas que son ciertas, que las cosas son así, que todos de un modo u otro somos drama y tragedia, asesinos y payasos, que caminan perdidos por esa concatenación de sinsabores y decepciones que llamamos existencia.

Personajes de carne y hueso como el trilero King Kalla que dejó los cubiletes y la bolita por vender versos propios en plena calle. O La Chelo, una prostituta de Montera cuya última voluntad fue que la enterraran e el Corte Inglés de Preciados. Los veinte relatos que componen "Perro no come a Perro" son, en realidad, pedazos de la vida de esas personas con las que nos cruzamos todos los días y en las que apenas reparamos. En el libro hay mucho de recuerdos de policía, pero también de reflexión sobre la condición humana con sus glorias y sus miserias.

Imagino al joven Ellroy tumbado en el contenedor mientras lee libros de Joseph Wambaugh, soñando que es él quien las escribe, sintiendo como las historias golpean en su interior. Es hermoso saber que un libro puede salvarte la vida.

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