La soledad del corredor de fondo

El debate de la salida del euro es ineludible

Nos guste o no, el debate del euro no podrá eludirse por mucho tiempo. En un contexto económico más cercano a una nueva recesión que a una recuperación y en el marco de las elecciones en Grecia, me lleva a afirmar que, o la izquierda afronta el tema del euro con todo su rigor, o nos arrepentiremos.

Que lo partidos políticos quieran lograr votos obviando debates es lo normal en la política de tradicional, y abrir la puerta a la salida del euro parece que mucho voto no da. Pero eso no hace que los problemas desaparezcan o que su complejidad disminuya, y el problema que tenemos en España es muy grave para no decir la verdad a la sociedad.

A diferencia de Francia y Grecia, en España el debate del euro apenas si ha suscitado atención, a excepción de los intentos de algunos académicos próximos a IU y a Izquierda Anticapitalista, o del encuentro con economistas celebrado por la FIM en 2012. Todos debates sin continuidad marcados por el contexto de la crisis de la deuda; relajada la prima de riesgo relajado el interés por el tema dentro de la izquierda.

Sin embargo la derecha y sus espacios de pensamiento se lo toman más en serio. Los estudios sobre los diferentes escenarios son abordados desde imp0ortantes revistas conservadoras como Comercio Exterior hasta declaraciones muy claras de Merkel. En este sentido recomiendo seguir la pista a profesores como Javier Navascués acerca de los movimientos de acreedores financieros previendo escenarios de salida de euro de España, en el sentido de blindar sus intereses. Son hipótesis, pero que se abordan desde las élites económicas internacionales.

El esquema que defiendo es el siguiente. El elemento central de cualquier análisis debe partir de tomar la economía mundial como la variable determinante, lo cual nos obliga a estudiar cómo se da la articulación de España con la globalización, para desde ahí establecer una respuesta política.

Si utilizamos como ejemplo el de los países de América Latina, diríamos que la articulación de muchos de esos países con la economía mundial se da a través del sector energético, bien sea el petróleo venezolano o el gas boliviano, de ahí que lo primero que se plantease la izquierda en esos países fuese la nacionalización de esos sectores, como la única forma de recuperar su soberanía económica, y desde ahí, impulsar políticas sociales y de transformación democrática en dichos países.

En el caso de España su inserción en la globalización se da a través de su entrada en la UE, y cuando hablamos de UE en nuestro caso, hablamos del euro. ¿Y qué posición tiene España dentro de la UE?, pues la de una economía periférica, consecuencia de nuestra desindustrialización y dependencia tecnológica, que explica nuestra posición como país deudor, o más conocido en términos peyorativos, ser la S de los PIIGS. Por tanto, la necesidad de impulsar una alternativa económica en España pasaría por la recuperación de nuestra soberanía, y desde ahí, modificar nuestra posición en la división del trabajo internacional, algo que se topa de lleno con el esquema comunitario de la Europa del euro.

La zona euro beneficia el patrón exportador de la economía alemana y de su periferia centro-europea, dibujando una división social del trabajo donde España se especializa cada vez más en sectores como el turístico, el residencial o como espacio para las estrategias comerciales de las transnacionales.

Me es difícil imaginar como un país como el nuestro puede dar un salto tecnológico o acometer estrategias reindustrializadoras sin modificar el esquema impuesto por la Unión Monetaria y el euro. Hasta ahora planteamientos como la salida del euro se encontraban con una respuesta contundente y cierta: la vuelta a las monedas nacionales llevaría a un devaluación de tal magnitud, que llevaría a cualquier país a su colapso. ¿Pero si esto ya no sucediese en un solo país?, ¿y si la victoria de Syriza en Grecia provocase un efecto dominó en el resto de países del sur europeo como dice Tsipras?. Esto podría abrir las puertas a una posición concertada de varios países de romper con el esquema actual del euro.

Otra de las respuestas que se da a este planteamiento es la imposibilidad de la vuelta hacia esquemas de economía autocentrada basados en economías nacionales, algo en lo que estoy de acuerdo. Pero si el esquema anterior se da por válido, aunque solo sea como hipótesis, no se puede descartar que un cambio en la correlación de fuerzas de varios países periféricos, podría llevar a un "nuevo regionalismo europeo" en torno a otro proyecto económico, a otro "mercado común y a otra moneda europea.

Hipótesis que se plantean ya autores como el profesor Joaquín Arriola, coautor de un más que recomendable libro editado en Maia Ediciones, con el nombre de "El despertar de los PIIGS".

Abordar desde la izquierda escenarios pos euro y de nuevo regionalismo europeo me parece prioritario, y en mi opinión, estamos tardando. Por eso frases como el "euro es ineludible" no ayudan, desmovilizan y bajan el nivel político de la respuesta, pero sobre todo, nos distraen de dos realidades que para mí son claras: una, que si la crisis es sistémica, la solución es política; y en segundo lugar, considerar a España, y no a Grecia, como el verdadero eslabón débil de la Europa del euro.

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