La soledad del corredor de fondo

El sistema 3+2 y la vuelta a la paella, la playa y la España periferia

La centralidad electoral (o más bien electoralista) en que ha devenido el debate político, hace que conflictos centrales, como el de la crisis de la universidad pública o de la ciencia en España, pasen a un segundo plano.

La aprobación casi en silencio de la nueva reforma universitaria con la adopción del sistema conocido como 3+2, supone un duro golpe al Estado social en nuestro país, más si tenemos en cuenta el papel de inserción de las capas populares, que la universidad pública ha tenido en nuestro país en las últimas tres décadas.

Lo más preocupante de la reforma estriba en la progresiva asunción acrítica de los planteamientos teóricos que la inspiran, de tal forma que conceptos como "capital humano" o afirmaciones como el supuesto problema de la "masificación de la universidad" son habituales en las propias fuerzas de izquierda.

Sin ánimo de extenderme en cuestiones teóricas, considero necesario aportar algunas reflexiones en torno a los cambios organizativos que se avecinan en la universidad pública española y sus consecuencias en uno de sus campos principales, el de la financiación de la educación superior, al entender que una profundización en los cambios organizativos dirigida a potenciar mecanismos de mercado —como es el caso con el 3+2—, implicará consigo un cambio paralelo en la forma de financiación de las universidades.

El análisis educativo predominante considera la educación superior como una inversión individual, que se realiza bajo la perspectiva de un mejor nivel salarial tras la culminación de los estudios superiores. Es el conocido como enfoque o teoría del "capital humano", marco orientador de los enfoques liberales de la OCDE o de la UE, que entienden que los "beneficios individuales son el principal determinante de la inversión en la educación superior" (Informe Economic Policy Reforms de la OCDE de 2008).

Esta traslación al debate político o a los medios de comunicación está lejos de ser anecdótica. Si el acceso a estudios superiores se entiende simplemente como la consecución de mayores ingresos salariales, el colorario será promover incrementos en la financiación privada por parte del estudiante o de la familia. Poner el acento en los aspectos individuales tenderá a promover un cambio en la forma de financiación privada de la universidad y un predominio del mercado dentro de la educación superior.

Sin entrar en una crítica pormenorizada a este planteamiento, sólo basta señalar que es la propia OCDE la que señala que España muestra el peor diferencial de salarios por estudios universitarios respecto al salario medio de trabajadores con estudios inferiores.

Este planteamiento "individualizador" busca crear un clima social favorable a la justificación de un mayor compromiso económico por parte del estudiante y sus familias respecto al costo de la universidad, que pasa por la defensa de un sistema de financiación mediante préstamos bancarios y la progresiva sustitución de las becas por parte de los mismos. Si es cierta la necesidad de fomentar un mayor compromiso del estudiante, no parece que el mecanismo de precios sea el único que lo posibilite, máxime cuando está comprobada la relación causal entre máxima aversión al riesgo por parte de los estudiantes y el nivel de ingresos familiar.

Tantos años de discurso sobre el supuesto problema de la "masificación" buscaban crear el clima propicio para el gran objetivo de las élites sociales y empresariales de este país: acabar con la generalización de la educación superior en España. El conflicto social desatado por el paro cualificado se intenta atajar por parte del sistema a través de la segregación del acceso a la universidad por medio del sistema de máster y grado.

Avanzamos al diseño de ciclos donde el título de grado, que pasará a tener tres años, adquiere un carácter generalista que confiere a los que lo adquieran una limitada credencial en el mercado de trabajo. Por el otro lado tenemos el máster (que pasa a tener dos años), único título reglado válido para el acceso a profesiones regladas, normalmente de alta cualificación y mejor remuneración.

El sistema queda de esta forma establecido en grado, de financiación pública mediante becas e inserción laboral escasa, y máster, de financiación privada mediante préstamos y de inserción laboral garantizada.

En España, el problema no es que sobren universitarios, sino que carecemos de un modelo tecnológico socialmente avanzado. El sistema universitario responde al modelo económico y social de un país que, con la actual reforma, parece que quiere profundizar en la España que soñó Fraga con su "Spain is different", y no en un país capaz de dar el salto tecnológico que necesitamos para romper con nuestra condición periférica.

Dedicado a Alicia Durán y Emilio Criado, dos grandes de la ciencia de nuestro país.

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