La soledad del corredor de fondo

Muchos candidatos. Poco proyecto

Consignas como "la lucha está en la calle y no en el parlamento" construyeron una forma de entender la política para una generación de militantes de izquierda en la que me incluyo. Consignas que conformaban una cultura política que ve con sorpresa, y cierta desorientación, la irrupción dentro de nuestro propio espacio, de una forma de entender la acción política muy diferente.

Esta tendencia regeneracionista no es antipolítica —como algunos compañeros de mi organización defienden—, sino que pretende una sustitución de los valores basada en la nueva percepción de la realidad que da el hecho de pertenecer a una generación que no ha —o hemos— conocido ni el 14-D ni el marxismo como realidad académica.

Dirigentes políticos, en definitiva, más "globalizados" que se identifican más con la libertad de movimientos o con los derechos individuales que con los derechos políticos ligados al trabajo. Ese alejamiento del trabajo como centro de la articulación social se manifiesta de forma crítica en torno al problema de la representación política del trabajo que, en cuanto tal, no está asegurada y ni siquiera indicada.

Como afirma el profesor Antonio Baylos, este hecho "es posiblemente uno de los elementos más decisivos en la transformación de la izquierda, debilitada en su proyecto de liberación del trabajo y de asignación de derechos directamente ligados a la condición de ciudadanía".

Soy de la opinión que la falta de relevancia que los nuevos proyectos progresistas asignan al trabajo, van a traer problemas en el futuro. Pero dicho problema no puede ser afrontado desde el repliegue indentitario al que ciertas posiciones se ven tentadas.

El trabajo real se escapa del molde institucional, tiene dificultades para ser encuadrado en el programa de acción sindical actual y es sometido a la irrelevancia política y mediática, con el que pretende ser disuelto en una nueva abstracción formal de una serie de individualidades marcadas, profesional y económicamente, por un interés difuso en la progresión material, relacionado con el consumo o con la recuperación de la pequeña propiedad más que con la reivindicación del trabajo decente.

Esta asunción de la "centralidad del individuo" en el marco de la izquierda lleva al refuerzo de la figura del candidato o candidata y la articulación de una praxis política basada en los mass media. Candidato y relato frente al partido y el programa, como materialización de una forma política dentro de la izquierda, donde el proyecto nunca aparece definido y donde la figura individual del candidato lo invade todo.

El protagonismo del candidato esconde, entre otras cosas, la progresiva falta de proyecto. Dinámica que impacta como fuerza fragmentadora en una base social de cambio, que asiste atónita ante la proliferación de candidaturas y plataformas electorales, y que ve con preocupación el triunfo de la derecha como resultado de tanta fragmentación

Sin embargo, la realidad no se puede eludir y el planteamiento político donde el candidato y lo electoral es primero, y el proyecto y la sociedad va después, tiene difícil encaje en un futuro donde el trabajo administrativo o trabajar en la hostelería, el comercio, el turismo, la restauración o la construcción, es ya la condición laboral mayoritaria en nuestro país.

Es desde esta sociedad laboral donde, poco a poco, se sitúa un nuevo espacio de repolitización del trabajo que no encuentra en la actualidad una correlación política, pero que señala el lugar desde donde afrontar la necesaria tarea de la reconstrucción de la izquierda.

Dedicado a mi compañero Luis García Montero, intelectual comprometido, que seguro, defenderá un gran proyecto de cambio para Madrid.

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