La verdad es siempre revolucionaria

Politizar el feminismo (y seguir diciendo sandeces)

En la sesión de la Noche de la emisora de televisión La Sexta las escandalizadas periodistas de la derecha acusaron al Movimiento Feminista de haber declarado una huelga política el 8 de marzo. Los numerosos politólogos, periodistas, comunicadores, políticos, gobernantes, sociólogos de la derecha que se han lanzado a opinar, aconsejar y anatemizar el Movimiento Feminista a partir del éxito de la huelga y las manifestaciones de 8 de marzo tienen un estribillo común: horrorizarse ante la politización el feminismo.

Las feministas solamente seríamos buenas y dignas de ser perdonadas por los partidos de la derecha y por los mandarines de los medios de comunicación, directamente relacionados con los partidos políticos, si nos reunimos en la calle como las niñas se encuentran en el patio a jugar.

Resultaba absolutamente ridículo el escándalo de los voceros de esa derecha cuando les expliqué que naturalmente la huelga era política, como lo son todas las huelgas, sean generales, sectoriales, locales o de empresa. Y que naturalmente también era anticapitalista como lo es cualquier acción de los trabajadores contra quienes les explotan.    

Como ya escribí hace unos días en mi blog, La Políticofobia, se ha convertido en pecado ser político, dirigente y hasta militante de un partido y se pretenden derruir las instituciones tan dolorosamente conquistadas: Parlamentos, Senados, Diputaciones. Todo a mayor beneficio del Capital, por supuesto. Privaticemos la política como se han privatizado los servicios públicos.  Las feministas solamente seremos perdonadas de nuestro atrevimiento de haber agitado tanto a las mujeres que salieron en masa a las calles de España, si rechazamos airadamente toda contaminación política en nuestras reclamaciones y exigencias. Ya se sabe que exigir igualdad de salario no es hacer política, y cuando logramos que se aprueben leyes contra la violencia machista, y  se demandó el divorcio y el aborto, que se debatieron largamente en el Parlamento y en el Senado, no estábamos actuando políticamente. Ni cuando planteamos las listas electorales igualitarias y cremallera y pretendemos tener los primeros puestos en el Parlamento, en la empresa, en la cultura.

Debemos estar haciendo bolillos.

Si somos humildes, modosas, educadas, ponderadas y educadas, -como me exigió Francisco Maruenda- los señores que tienen que concedernos estos derechos se dignarán escucharnos y hasta darnos, por caridad, alguna de las migajas que acostumbran cuando la lucha ciudadana les obliga.

También fue una reclamación unánime de la bancada de la derecha que si las feministas queríamos tener buena prensa y que nos concedieran su atención benévola, no nos situáramos en la izquierda, lugar reservado al Infierno liderado por el Diablo que se ha introducido malévolamente en el Movimiento Feminista, como dijo el obispo de San Sebastián.

¡Oh, la izquierda! Lugar maldito efectivamente para la derecha puesto que desde allí llegaron todas las revoluciones que fueron despojando con violencia a veces y siempre con fuerza y tenacidad los privilegios a los detentadores del poder. Desgraciadamente las últimas derrotas de la izquierda la están haciendo vacilar de declararse como tal valientemente. Es también ahora un estribillo repetir que no se es de derechas ni de izquierda, como tal cosa fuera posible. Tal cual se repite que no hay que servir a ninguna ideología, otro disparate que algunos y algunas sabias repiten. Como si los seres humanos no fueran seres ideologizados desde que bajaron del árbol. Los que no tienen ideología son los animales, porque no tienen ideas.

Es imprescindible recordar que el Movimiento Feminista siempre ha estado a la izquierda.  Nace en los primeros días de la Revolución Francesa y se une a las reclamaciones del Tercer Estado. Son las mujeres las que sacan a la fuerza a los reyes de Versalles y después de las Tullerías. Son las mujeres las que asaltan la Bastilla y la destruyen piedra sobre piedra. Son las mujeres las que trabajan muy activamente en el movimiento antiesclavista en Estados Unidos que dará lugar al Movimiento Sufragista. Y después en el movimiento de los Derechos Civiles en ese país y en las rebeliones del Mayo del 68. Fueron mujeres que reclamaban la igualdad las que ayudaron a proclamar la II República en España, las que se unieron a las milicias en el primer momento del Golpe de Estado fascista, y que para defender esa República lucharon en todos los frentes. Las mujeres han luchado en las filas de la izquierda en la II Guerra Mundial, en China, y en todas las guerras de liberación contra el colonialismo, desde Argelia a Vietnam.

El feminismo se enfrentó a la dictadura en España y en la Transición en todas las manifestaciones, encuentros, asambleas reclamando la nulidad de las leyes franquistas y la igualdad en la Constitución y en la legislación posterior. El Movimiento Feminista está absolutamente unido y alineado con la izquierda. Y ello constituye una tilde gloria y no de infamia.

Si ahora se lo quieren apropiar los jerifaltes de la derecha, incluso declarándose feministas, no les servirá para nada. De la misma forma que el fascismo se llamó sindicalista y el nazismo socialista. No les servirá ni al Ministerio de Trabajo y ni al de Igualdad que se pronuncien a favor de "trabajar", como dicen ellos, por reducir la brecha salarial o aumentar las pensiones, para que se apropien de la lucha feminista.

Esta, por derecho propio, pertenece a la izquierda porque se enfrenta al poder para transformar la sociedad. El poder reaccionario nunca quiere cambiar, no va a ceder sus privilegios, su capacidad omnímoda para detentar todos los bienes, para explotar al proletariado y esquilmar al pueblo, para apropiarse gratuitamente del trabajo de las mujeres condenándonos a ser las paridoras y cuidadoras de hijos que son fuerza de trabajo para dar plus valía al capital.

Sí, señores y señoras de la derecha, de la medio derecha, de la pseudo derecha y de la esquina de la derecha, políticos, periodistas, politólogos, sociólogos, aconsejadores, predicadores, obispos, curas y psicólogos: el Movimiento Feminista es político, puesto que se propone cambiar la política de nuestro país, y es de izquierda porque quiere transformar el mundo, como planteaba Carlos Marx.

Y naturalmente, seremos los partidos de izquierda, comenzando por el Partido Feminista de España, e Izquierda Unida y Unidos Podemos, los que capitalicemos este éxito del feminismo, en el que hemos invertido a nuestras mejores mujeres y hombres y por el que hemos luchado sin descanso desde hace décadas.

Y que las y los pusilánimes y asustados de todos los colores, moderados, ponderados, prudentes, bien educados, cobardes e inanes, se espabilen y se unan a nuestras huestes, sin más miedos ni recelos ni escalofríos por plantear que estamos haciendo política de izquierda, ¡y muy ruidosamente!, si no quieren quedarse en la retaguardia del país, llorando por los éxitos de un Movimiento que hoy es la vanguardia de todas las luchas, que lidera la contestación frontal al gobierno y al sistema, que contiene todas las reclamaciones justas que las mujeres y muchos hombres hacen suyas, que es la base de una contestación social y de una campaña política que llevará al triunfo electoral a la izquierda.

Les guste a los comentaristas, políticos, politólogos, periodistas, etc. de la derecha, o no.

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