La verdad es siempre revolucionaria

Qué es un partido feminista

Mi último artículo, El papel y el destino del Movimiento Feminista, publicado en este mismo diario, ha suscitado muchos comentarios entre las habituales tuiteras, como no provocan los que dedico a la República, a la OTAN, a la Iglesia o a la situación política, ya que consideran que estos temas no les conciernen. Y sin poder responderlas a todas, sí querría clarificar algunas cuestiones que veo muy confusas en mis opositoras, más molestas por la crítica que realizo del trabajo y la estrategia del MF que preocupadas por debatir y encontrar solución a los defectos que denuncio.

Una cuestión fundamental que la mayoría del MF no entiende es que un partido político es una organización que pretende implantar un programa político para la gobernación de un país, y que por tanto ha de proponer soluciones y alternativas para todas las cuestiones que afectan a la política, la economía, la sociedad, la cultura. No debería tener que explicar esta elemental cuestión pero cuando alguna de las que me interpelan me exige que hable de los otros partidos feministas, creo que es imprescindible definir qué es un partido político.

Los que se han creado después del Partido Feminista de España, que lo fue en 1979, actúan más como una asociación que como un partido político.

Un sistema legal como el nuestro permite que se denomine partido a la firma por tres personas de un acta de constitución legalizada ante notario y unos estatutos que proporciona el propio Ministerio del Interior en su página web. Es una estrategia destinada a fingir que existe democracia en nuestro país y que ha regado de partidos España -nada menos que 1.500 formaciones y coaliciones se han presentado en las últimas elecciones- para diluir la fuerza que pudiera tener la izquierda en una organización grande y unida.

De tal modo, se llama partido a las personas, mínimo tres, que presentan en el Ministerio del Interior unos estatutos estereotipados, pero no se exige que hayan elaborado unas tesis programáticas y un análisis completo, tanto de la realidad española como de los principios ideológicos que los rigen. Tampoco que tengan una organización de partido que pueda llamarse como tal, celebrando congresos y debatiendo estatutos y programas. Hay que remarcar, además, que la que se llama Feminism8 declara que el feminismo no es de izquierda ni de derecha y que al ser transversal cabe desde Izquierda Unida a la Fundación Francisco Franco.

Para constituir el Partido Feminista, las camaradas que nos propusimos semejante tarea estuvimos dos años elaborando las tesis que íbamos a defender. Desde 1977 hasta 1979, en la Organización Feminista Revolucionaria para la constitución del Partido Feminista. Estudiamos marxismo, política, historia, filosofía, redactamos unas tesis complejas que explican que la mujer es una clase social y económica, tras un exhaustivo y extenuante debate con las formaciones de izquierda, y escribimos miles de páginas que luego redujimos para presentar en público el libro que condensaba nuestra ideología.

En 1983 celebramos nuestro I Congreso en Barcelona, donde aprobamos las tesis ideológicas definitivas, los Estatutos y el programa electoral. En 1999 nos presentamos a las elecciones europeas, en una coalición COFEM, Confederación de organizaciones Feministas del Estado Español, en la que estábamos el Partido Feminista de España, el Partit Feminista de Catalunya, el Alderdi Feminista del País Vasco, el Partit Feminista Valenciá y organizaciones de apoyo en otras provincias. Elaboramos largamente el programa que defendíamos ante la ciudadanía e hicimos una intensa campaña primero en Cataluña y después en toda España. Aunque los resultados electorales no fueron satisfactorios, fundamentalmente porque el Movimiento Feminista no nos secundó, como ha pasado actualmente en las últimas convocatorias tanto con la candidatura de Unidas Podemos en la que estamos coaligadas, como con las otras formaciones feministas que se han presentado por separado.

Después de trabajar intensamente los años siguientes en las demandas y reivindicaciones feministas que son de todas conocidas, en 2015 celebramos en Madrid el II Congreso del Partido Feminista de España donde se aprobaron las tesis que hubo que estudiar y adaptar a los cambios sociales acaecidos en este periodo de tiempo, modificar los Estatutos para cumplir las directrices señaladas por la nueva legislación y acordar la petición de ingreso del partido en Izquierda Unida. Consideramos que es evidente que sigue siendo necesario lograr el objetivo de la unión de la izquierda, reclamado durante 80 años, si queremos que las políticas transformadoras de la sociedad que defienden los intereses de las clases trabajadoras lleguen a implantarse desde las instituciones que detentan el poder. Resulta evidente que diseminar el voto de izquierda en decenas de listas y partidos políticos únicamente nos conduce a la inoperancia.

Este es un resumen de nuestra historia, que se puede ampliar consultando nuestra página web, partidofeministadeespana, donde se demuestra que es suficientemente larga, compleja y esforzada para que se nos respete.

Resulta hoy muy cómodo provocar una agria discusión en las redes sociales con mensajes por Whatsapp y tuits de unas cuantas palabras, descalificando, insultando incluso, desde el sillón de su casa, a las mujeres, y hombres ahora, que nos hemos entregado esforzadamente a defender el feminismo y crear un partido que tiene implantación en casi toda España. Que está compuesto de las personas más conscientes, preparadas y entregadas a la lucha, con total generosidad, sin recibir subvenciones ni prebendas ni esperar premios ni puestos remunerados.

Como consecuencia de la posmodernidad, en esta sociedad líquida de Baumann, que ya casi es gaseosa, las generaciones jóvenes consideran que no es preciso respetar la ingente obra que las generaciones anteriores han realizado para reconstruir este país desde las ruinas en que lo dejaron la Guerra Civil, la posguerra y la dictadura. Esas generaciones sacrificaron su vida con el objetivo fundamental de legar a sus descendientes un país mejor que el que ellas heredaron. Porque aunque la juventud hoy padece numerosos problemas y desánimos ni imaginar puede lo que sufrieron los jóvenes de ayer. Y el MF no es extraño a esta perversión.

Cualquier grupito de amigas, que en poco tiempo además dejan de serlo para criticarse e insultarse en Facebook, que se reúnen de cuando en cuando, cuya formación política, filosófica, económica y feminista es nula, y que condensa todo su trabajo en participar en las manifestaciones, se cree con autoridad para descalificar y burlarse del trabajo que hemos llevado durante 40 años las mujeres del Partido Feminista. Sin contar las que sumando decenios comenzamos en la lucha contra la dictadura.

Para ello, esas llamadas redes sociales, que más son antisociales y constituyen una rémora en el avance del trabajo seriamente realizado, sirven de altavoz y de difusión de los mayores despropósitos, como ya se está denunciando en todos los ámbitos donde se detectan las falsedades y desviaciones que han contaminado la política y la sociedad de nuestro país. Y que han infectado también el Movimiento Feminista. Si el tiempo que invierten algunas tuiteras, patológicamente adictas a escribir frases impertinentes y desnortadas, especialmente contra mí, lo emplearan en relacionarse con tantas mujeres que viven en los barrios y que sufren todas las opresiones, para acercarlas al feminismo y convertirlas en activistas, y en hacer campaña por la opción política feminista que las pueda defender, otro habría sido el resultado de las últimas elecciones.

También sería bueno que ese tiempo lo invirtieran en formarse en política, economía y feminismo. Así no difundirían disparates.

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