La verdad es siempre revolucionaria

Las fobias

En el lenguaje actual de los sectores antifeministas ha entrado con mucha habitualidad el término de fobia que sabemos indica odio a algo. Y está siendo utilizado perversamente por los que  precisamente odian el feminismo.

En el último programa de televisión que asistí sobre el velo islámico se distorsionaron de tal manera mis afirmaciones en contra de la discriminación de la mujer señalada por esas prendas de vestir, que me acusaron de islamofobia. No es la primera vez que se utiliza el término de fobia para descalificarme. Lo utilizan para insultarme como tránsfoba, y hasta homófoba y lesbófoba.  Es una manera rápida y sencilla de decirme que los que me odian son ellos.

Esa acusación también la utilizan las mujeres que desde dentro del Movimiento defienden la prostitución.  Con la forma soez que las caracteriza, las que apoyan el lobby prostituidor a las abolicionistas nos llaman putófobas. Y continuamos con la letanía de las fobias, que para esos voceros de las peores ideologías del mundo es el mayor insulto que nos pueden dirigir a las feministas.

Las cómplices de la sumisión femenina en el mundo islámico que defienden que las mujeres deban ocultar el pelo y esconderse bajo el burka, como si fueran leprosas, en razón de una cultura obsoleta y misógina, ofendidos y ofendidas siempre que se formula cualquier opinión contraria a la que defienden, porque sólo ellas tienen la razón absoluta, están haciendo la campaña a la reacción más oscurantista.

Las prostituidoras pretenden retroceder a los siglos en que era legal la prostitución, en razón de que los hombres tienen unas necesidades sexuales imposibles de satisfacer con una mujer "decente". Otros y otras defienden que las mujeres islámicas puedan ser veladas y ocultadas como seres pecaminosos.

Lo más infame de todo es que esos personajes califican a las feministas como islamófobas situándolas en el mismo lugar ideológico que la extrema derecha. Esta falsedad les complace a los que detestan el feminismo para denigrar el cual también sitúan a las feministas como enemigas de homosexuales, lesbianas, transexuales, transgénero y otras especialidades de nuevo cuño, siendo ellos, desde esa campaña de insultos y hostilidad los que favorecen el auge de los fascismos.

El Movimiento Feminista, como reconoció mi amigo Pedro Zerolo fue el mejor aliado del Movimiento Gay, uniendo a las reclamaciones de las mujeres la de legalizar todas las opciones sexuales. Y lo hicimos con gran valor en momentos muy difíciles de nuestro país, en el que los activistas gays eran muy pocos y muy temerosos.

Esta perversión de la ideología es mayor cuanto que el feminismo desde hace más de doscientos años está luchando en primera fila primero por abolir la esclavitud y después la prostitución y siempre  en todas las causas de igualdad, de justicia, de paz, siendo víctima de desprecios, insultos, agresiones y  descalificaciones inventadas por sus enemigos. Y siempre hemos estado en primera línea de lucha contra todas las represiones e injusticias.

A Nairobi, en 1990, el Partido Feminista de España llevó la  prohibición de la escisión del clítoris y la infibulación que se practica en muchos países musulmanes, y también entonces recibimos las críticas y trato hostil de las "multiculturalistas", porque se trata de una tradición cultural de la que las europeas no podíamos opinar. A lo largo de estos años hemos conseguido que sea delito en los países europeos, incluso cuando se realiza fuera del país, pero han tenido que transcurrir veinte para que la ONU la condenara y los gobiernos de los países que la practican la prohibieran. Lo que no significa que no se siga realizando, aunque no en la misma medida.

Y ahora la polémica del velo, que esos sectores defienden como si se tratara de una moda de vestir, utilizada "libremente" –ese falsario discurso de la libertad- por quienes lo desean, en vez de considerarla como lo que es: el símbolo de discriminación de la mujer, ocultando que en las comunidades musulmanas, incluyendo las que viven en Europa, las mujeres están presionadas por su entorno familiar y social, del que dependen totalmente.

Como el feminismo siempre ha estado en primera línea de la lucha por la libertad, ha elaborado el pensamiento de la igualdad y la equidad y nunca ha callado cuando se trata de denunciar la represión que esclaviza a las mujeres, lo odian todos esos grupos que se atreven a utilizar los más diversos insultos contra las que siempre hemos luchado por él.

Con esta nueva acusación de fóbicas –antes éramos las locas- están creando un ambiente de opinión anti feminista, que ese sí  favorece el auge de los nuevos fascismos, que ya nos han demostrado el odio que sienten por las feministas.

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