El ojo y la lupa

'Purga' y la huella soviética en Estonia

‘Purga’, editada en España por Salamandra, fue primero una obra de teatro y luego una novela con la que su autora, Sofi Oksanen, hija de estonia y finlandés, ha obtenido en sus dos patrias, con apenas 33 años, unas ventas espectaculares. Replicado el éxito en Francia, aspira a serlo mundial, con el respaldo de un buen puñado de premios literarios.

Donde no es previsible una buena acogida es en Rusia, ya que la obra destila resquemor y desprecio hacia el poderoso vecino que ha condicionado la historia reciente de Estonia, una de las tres repúblicas bálticas que rompieron con Moscú a los primeros síntomas de descomposición de la URSS, y las únicas porciones de ésta que ingresaron en la Unión Europea y la OTAN.

El sentimiento nacionalista se reprimió desde que Estonia fue integrada a la fuerza en la Unión Soviética tras el pacto Hitler-Stalin y, sobre todo, a partir de 1944, tras la expulsión de los ocupantes nazis. Decenas de miles de estonios étnicos ‘enemigos del pueblo’ conocieron la deportación y el GULAG, y centenares de miles de rusos recorrieron el camino inverso y alteraron de forma radical la composición demográfica.

Todavía hoy, tras 20 años de la independencia, hay en Estonia un 25% de rusos, una minoría alejada del poder y discriminada que, apoyada en la imposición del estonio como única lengua oficial, convierte a sus integrantes en ciudadanos de segunda clase con dificultades para encontrar trabajo. ‘Purga’ tampoco es una lectura recomendable para ellos. Los rusos dejan en sus páginas un rastro de zafiedad, brutalidad, fealdad y hasta mal olor.

‘Purga’ novela, con saltos en el tiempo entre los años treinta, cuarenta y noventa del pasado siglo, la tormentosa relación entre dos hermanas que aman al mismo hombre. Varias décadas después de que las separe la deportación al Extremo Oriente de una de ellas, con la independencia reciente, la nieta de la expulsada, fugitiva de una red de trata de blancas, busca a su tía abuela, ansiosa por desvelar el secreto de su madre y descubrir sus raíces y señas de identidad.

Tal vez sin pretenderlo, porque su principal objetivo parece ser el retrato de los personajes (muy logrado), a Sofi Oksanen le ha salido también una obra de alto contenido político y aliento nacionalista. Y sin referencias históricas, sin saber cómo Estonia se consolida como Estado independiente frente al oso ruso, ni los actos ni las motivaciones de los personajes resultarían verosímiles, sobre todo para el lector occidental.

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