El ojo y la lupa

Pushkin enseña ruso en España

Las versiones durante el franquismo de películas americanas en las que aparecían espías rusos de habla ronca y aguardentosa difundieron durante décadas en España la peregrina idea de que el idioma de Tolstói y Dostoievski consistía en una aglomeración de erres estridentes y desagradables. Es cierto que el ruso puede resultar inquietante y ‘agresivo’ en discursos de líderes empeñados en transmitir la sustancia del poder, como Yeltsin y Putin, pero será difícil encontrar otra lengua tan armoniosa cuando emana de un coro infantil, una aventajada alumna española o las páginas transparentes de Alexander Pushkin.

El interés por el idioma ruso en España viene de lejos y no tiene un claro interés material, aunque algo influye el incremento de intercambios comerciales entre los dos países y la implantación de empresas españolas en el gigantesco país bicontinental.

Hay una letra, la J-X (J en España, X en grafía rusa, pero de pronunciación idéntica) que simboliza que la gran lengua eslava, en la que escribió la prodigiosa generación literaria del siglo XIX y comienzos del XX (Pushkin, Lermontov, Gógol, Goncharov, Tolstói, Chéjov...), no se halla tan alejada del castellano como se suele creer, pese a la profusión de sonidos consonantes y vocálicos, la singularidad de los verbos perfectivos e imperfectivos y la maraña de las oraciones subordinadas. Si alguien ajeno al ámbito del español puede pronunciar a la perfección palabras que espantan a franceses o ingleses, como Jorge (Xopxe), será sin duda un ruso.

Hace unos días, dentro del Año Dual España-Rusia, se conmemoró en Madrid el XX aniversario de la creación de la Fundación Pushkin, cuyo objetivo es fomentar las relaciones culturales entre los dos países, y que dirige desde sus inicios Alexander Chernosvitov. La Fundación, con similitudes con el Instituto Cervantes, ha impartido clases de ruso a cerca de 7. 000 españoles, ha organizado estancias de estudio en Rusia a cerca de 2.000 y ha promovido centenares de conciertos, conferencias y exposiciones. Además, el propio Chernovitov es secretario del jurado del Premio del Centro Borís Yeltsin a las mejores traducciones al castellano de obras rusas, que ya camina hacia su tercera edición (véase ‘Público’ del 4 de abril).

Valentina Tereshkova, la primera astronauta de la historia, presidenta de honor de la Fundación, asistió en Madrid a la fiesta del XX aniversario, celebrada en la embajada rusa. No podía faltar la actuación de un coro de los alumnos. Nadie entre los que tuvieron el privilegio de escucharlo dirá nunca que la rusa no puede ser la más dulce de las lenguas.

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