El ojo y la lupa

Añejo sabor inglés

Impedimenta, un sello artesanal que dirige Enrique Redel, tiene varias vocaciones entre las que no es la menor un minucioso cuidado de la edición ‘física’ (manejabilidad, color del papel, portadas, marcapáginas...) que convierte sus libros en objetos para disfrutar tanto al leerlos como al manosearlos. Sus intereses son muy diversos, pero tiene una inclinación clara por obras y autores del siglo XX cuya publicación huele a rescate, como la reedición de buena parte de la enigmática obra del polaco Stanislaw Lem (incluida la primera traducción directa al castellano de ‘Solaris’), el japonés Natsume Soseki (‘Sanshiro’, ‘Soy un gato’...) o los rusos Borís Savinkov (‘El caballo amarillo’) y Nikolái Leskov (‘La pulga de acero’).

No desdeña Impedimenta rarezas como el ‘Diccionario de Literatura para Esnobs’ de Fabrice Gaignault o las ‘Novelas en tres líneas’ de Félix Fénéon, pero sus apuestas suelen ser más convencionales. Eso se pone muy de manifiesto en su ‘catálogo británico’, donde dio la campanada con la publicación (objeto ya de múltiples reediciones) de la deliciosa ‘La hija de Robert Poste’, una inteligente comedia rural ambientada en esa campiña que con frecuencia se presenta como hábitat natural del más genuino carácter inglés.

El mismo sello ha rescatado otras obras susceptibles de una lectura a la antigua usanza, recomendables para quienes no buscan la experimentación literaria, sino un sabor añejo no exento a veces de crítica social hacia una sociedad en proceso de transformación. Viejas novelas olvidadas, tal vez pasadas de moda, pero tan sólidas y seguras que rara vez defraudan. Como ‘La librería’, de Penelope Fitzgerald, y ‘Las señoritas de escasos medios’, de Muriel Sparks.

El caso más reciente es ‘La juguetería errante’, de Edmund Crispin, un relato detectivesco protagonizado por el profesor de Oxford Gervase Fen y que constituye una apuesta tan clara para Impedimenta que hay en preparación cinco novelas más de la misma serie. No en vano "lo improbable tiene una relevancia menor en esta ciudad que en cualquier otro lugar del planeta". Eso hace posible, y literariamente verosímil, que "un poeta y un profesor obcecado" busquen resolver un crimen y aclarar la desaparición como por ensalmo del pequeño comercio en el que se cometió. Una lectura agradable, pero con una mancha: un lamentable ejemplo de tortura que recuerda las técnicas de la CIA con los prisioneros de Guantánamo. Eran otros tiempos, pero aún así deja un amargo sabor de boca que, como lo más natural del mundo, se sumerja seis veces la cabeza de un sospechoso "en el musgoso verdín del agua estancada".

Más Noticias