Luna Miguel

Being Mariano Rajoy

Llevaba todo el puente intentando decidir de qué disfrazarme para esa fiesta de Halloween de la facultad de filología de una amiga cuando de pronto Twitter se puso una de las caretas más escalofriantes -no sé si por lo ridículo del rostro o lo amenazante del gesto- que pueden existir en este mundo. Las hay más feas, seguro, pensé, pero esta da tanto miedo, me dije, qué asco, me dije, es peor que el rostro muerto de Gadafi, que el rostro cómico de Aznar, que el rostro de un payaso de esos de las pelis de miedo, me dije, qué impresión ver su rostro cual carátula de la película Being John Malkovich, una y otra vez, como si mi pantalla de ordenador se hubiera vuelto loca: esa sonrisa inquietante (que me recordó al macro-cartel de Esperanza Aguirre de hace unos meses y me volvió a recordar el desastre azul, azul e inevitable). Pero, como decía, estaba intentando decidir mi disfraz de Halloween cuando de pronto Twitter superó todas mis ideas. La careta de Mariano Rajoy pobló perfiles y corazones ociosos: al final tenía razón mi colega Odile L'Autremonde, de Juventud Sin Futuro, cuando nos propuso salir vestidos de políticos a la calle ¿qué da más miedo?, nos preguntó. Nada sería más tremendo y propio de esta fecha, lo podría jurar, que una fiesta de disfraces llena de cerveza, humo y MDMA cuyos integrantes sean imitaciones de políticos celestiales bailando raro, restregándose mal.

Admiro mucho a El Puto Amo y a todos los Twitteros que dieron pie a esta iniciativa y Odio Mucho al equipo de Mariano Rajoy. Si nos va a censurar hasta en las redes sociales. ¿Qué nos espera después del 20-N, cuando inevitablemente gane y entonces su rostro, su maldito rostro, sea de verdad nuestro fantasma, nuestro dolor de cabeza y nuestra vergüenza?

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