Fuego amigo

Los restos del naufragio de Valencia

Ayer fue uno de esos "dies horribilis" para el Partido Popular. El conjunto de buenos propósitos elaborados en su XVI (¡anda, como Benedicto!) Congreso de Valencia saltaba por los aires como las tracas de pólvora de sus mascletás. Fue allí, lo recordaréis (atento, Mack), donde las más variopintas familias de la derecha se habían juramentado para enterrar sus desavenencias y presentarse como un partido unido. (Por cierto, estamos acostumbrados a decirlo, pero eso de "partido y unido" no sé si forma parte del espíritu de contradicción crónica de la derecha o si tiene la sutil intención poética de la "música callada", por ejemplo, de Fray Luis de León; son tan suyos...).

El caso es que, pocos meses después, el partido está tan partido que todo el mundo dispara contra todo el mundo, y no les falta la razón, ni la cope, en esa entrega de película de espías de la Comunidad de Madrid. Su presidente fundador, Manuel Fraga, que desde el pleistoceno de la política ha visto de casi todo, estallaba ayer, de puro asombro: "Yo no sé absolutamente nada de este asunto, y en mi tiempo no pasaban esas cosas, y si pasaban, yo les cascaba". Se refiere a los tiempos en que pisaba la calle, porque era suya, con la misma autoridad con que pisaba su partido, porque también era suyo.

De aquel congreso de Valencia, tan devaluado ahora, tan papel mojado, salió también la consigna de hacer de la asignatura de Educación para la Ciudadanía uno de los campos de batalla de su oposición al gobierno, apoyando expresamente a las asociaciones de padres de alumnos que quisieran hacerse objetores de conciencia. Los padres, no los alumnos, como sabéis. Y si había que montar otra en la plaza de Colón, con misa incluida, pues allí estarían ellos.

El que el Tribunal Supremo les haya cantado el ite misa est, decidiendo que no existe el derecho a la objeción de conciencia en este caso, y que los contenidos de la asignatura no vulneran el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral, deja desairados tanto a la sección clerical del PP como a los alumnos que fueron obligados por sus padres a objetar, y que ahora se encuentran no con uno, sino con dos problemas (el tener esos padres es un problema irresoluble).

De Valencia, pues, ya sólo queda apenas en pie Rajoy.

Apenas en pie.
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Meditación para hoy:

Según avanza el enredo de los espías de Madrid, donde se van destapando enriquecimientos desmedidos de funcionarios públicos, y donde se descubre que una empresa de la familia del número dos de Ignacio González en el Canal de Isabel II recibió dinero público de la Comunidad, entre adjudicaciones y subvenciones generosas... según se va avanzando en la investigación de la trama, más me asalta una sospecha.

Atención, sólo es una sospecha: no sabría deciros por qué, pero tengo el pálpito de que al final del hilo nos encontraremos de bruces con la mafia que financió a Tamayo y Sáenz para que Aguirre se hiciese con la presidencia de la Comunidad de Madrid.

No estoy loco, es que a veces oigo voces...

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