Fuego amigo

La Ordalía y la quema de brujas

Mariano Rajoy se niega a sufrir la Ordalía. Cuando ayer le preguntaron en una emisora de televisión si pondría la mano en el fuego por la honestidad de Esperanza Aguirre, se hizo el loco. Mejor dicho, contestó con evasivas, que parece lo mismo, porque se te queda idéntica cara de loco: "No se trata de poner la mano en el fuego", respondió titubeante. ¿De qué se tratará?

Un desagradecido, eso es lo que es este Mariano. No hace todavía ni un mes, cuando estalló el escándalo de los espías en la Comunidad de Madrid, cuando su presidenta, Esperanza Aguirre, decía que ponía "la mano en el fuego" por todos sus consejeros. Por ellos, por sus pobrecitos (bueno, no tan pobres) subordinados, era capaz de soportar quemaduras de cuarto grado, las más graves, las que pueden derivar en necrosis y pérdida de las extremidades y, lo que es peor, de todos los cargos oficiales. Y Mariano, en cambio, pretende salvarse solo.

Poner la mano en el fuego era lo que en el medievo se llamaba el "Juicio de Dios". Se trataba de un ritual importado de las religiones paganas, como tantos inventos copiados posteriormente por la religión cristiana. La Ordalía, o la prueba del fuego (había también una versión con agua hirviendo) consistía en invocar el juicio divino para que dictaminase la buena fe o la culpabilidad del reo. El sospechoso debía poner su mano sobre unas ascuas, o tomar un hierro al rojo vivo. Si sufría quemaduras, era la prueba de su culpabilidad, de que dios lo abandonaba a su mala suerte. Si permanecía ileso, se confirmaba su inocencia. La Inquisición la utilizó, sobre todo, para la represión de la brujería. Todas eran brujas porque dios las dejaba arder como una tea sin inmutarse.

Así que, con la negativa a poner la mano en el fuego, no sé si el muy cristiano Rajoy es un cobarde, si prefiere deshacerse de su contrincante, o si piensa que en realidad Esperanza es una bruja.

Yo no pondría la mano en el fuego por la falsedad de ninguna de las tres cosas.
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Meditación para hoy:

Rubalcaba ha pasado en veinticuatro horas de aquello de que "la Policía tiene objetivos cuantitativos para combatir los delitos", a "prohibir taxativamente" y "cortar radicalmente" los famosos cupos de detención de inmigrantes sin papeles, propuestos por algunas comisarías de Policía de Madrid.

De sabios es rectificar. Y siempre tuve a Rubalcaba por un sabio.

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