Fuego amigo

Lazos blancos contra condones

Los jóvenes se han perdido una de las etapas más espirituales de España, esa postguerra en la que apenas había para comer, devastada por las consecuencias de una guerra provocada por generales y obispos golpistas que lo hicieron por nuestro bien ("con el fin de dar a España un régimen de justicia, paz, orden y armonía para todos los españoles", como dice el libro de un militar, presentado ayer por Carlos Fabra, en Castellón), pero en la que sabías que pertenecías al pueblo elegido por dios sabe qué dios. Si eras bueno te daban de comer hostias. Y si eras malo, también.

El paroxismo espiritual llegaba puntualmente en cada Semana Santa. Aquello sí que era una juerga colectiva, y no esto de aprovechar el tiempo de ocio para abarrotar las playas, con las tetas al aire, con lo que eso escandaliza a dios, que nunca nos ha visto desnudos. El sentimiento de pena entre la población era tan profundo que las radios sólo ponían música fúnebre para que no nos distrajésemos en nuestra meditación sobre la pasión de Cristo.

Recuerdo que a un grupo de amigos nos llamó la atención un guardia municipal por ir silbando por la calle en momentos de tanto recogimiento. En lugar de irnos de copas, visitábamos las siete iglesias preceptivas para ganar una indulgencia plenaria (creo), después de haber depositado el correspondiente óbolo en el cepillo para mantener al cura y a su mantenida.

De aquella juerga, en la que cantábamos en procesión "perdona a tu pueblo, Señor, perdona a tu pueblo, perdónalo, Señor; no estés eternamente enojado, no estés eternamente enojado, perdónalo, Señor" (lo cual ya de por sí se merecería un análisis más detenido del estado de terror en el que vivíamos), apenas quedan, como decorado para la industria turística, las imágenes procesionales cubiertas impúdicamente de oro y plata, conservadas celosamente por las cofradías. Al parecer, algunos cofrades, siguiendo la consigna de la Iglesia perseguida (y no persecutora, como la de antes) van a repartir y colocarse en las solapas un lazo blanco, como protesta por la ley del aborto que era buena con los gobiernos del PP, mientras bailan graciosamente a sus santos y virgencitas para que dios sepa distinguir a los suyos desde la distancia.

Como bien habría dicho Ratzinger en África, donde estén los lazos blancos que se quiten los condones.

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