Las noticias científicas apenas suelen tener una breve y casi clandestina acogida en los medios de comunicación. Porque, recordemos, en los medios de comunicación lo "importante" tiene peor acogida que lo "interesante", como bien demostró el culebrón de la inglesa del Gran Hermano, grosera, inculta, zafia, liante, pero que, una vez detectada su enfermedad mortal, pasó a ser el centro de la atención de toda la prensa sensacionalista.

A veces hago el esfuerzo de imaginar cómo recogerían nuestros periódicos o televisiones del siglo XVI el hallazgo "importante" de Miguel Servet sobre la circulación sanguínea pulmonar, o unas declaraciones de Galileo Galilei afirmando que la Tierra gira en torno al Sol, y no al revés. Pues imagino ambas noticias en el apartado de curiosidades: "Un científico dice que..."

Todos los días alguien hace un descubrimiento destinado a cambiar poco a poco nuestras vidas. Cuando yo era niño, la palabra cáncer siginificaba una condena a muerte sin paliativos. Pero sin saber cómo, a pasitos pequeños que jamás merecieron una línea que no fuera en un medio especializado, la ciencia fue acorralando la enfermedad hasta convertirla en curable en muchos casos.

Ayer leía una de esas noticias: la posible fabricación, dentro de tres años, de sangre sintética, libre de enfermedades, a partir de células madre embrionarias, sobrantes de la fecundación in vitro. Y me dije que está bien que noticias así permanezcan escondidas. Cuanto menos se entere Ratzinger de este asunto, mejor.

No nos vaya a salir ahora con que es pecado salvar vidas con sangre de almitas abortadas. Porque está últimamente de un humor que lo de Calvino enviando a Miguel Servet a la hoguera podría parecer una broma.

Ya hemos visto que la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, le ha perdido el miedo a posar, gracias a la asombrosa complicidad profesional de los fotógrafos, y a los medios infográficos con que cuentan hoy en día para hacer pasar por una mujer bandera a una señora bajita, regordeta y de nariz porcina, por ejemplo.

Soraya ha salido la semana pasada en ELLE, mucho más guapa que su jefe espiritual en Vanity Fair. Una de las especialidades del programa de retoque Photoshop es precisamente lo que se conoce como "maquillaje digital", que elimina espinillas, arrugas, lunares, mejora los tonos de piel y dulcifica el gesto. No importa si tienes un aspecto vulgar. Photoshop te prestará unos ojos felinos, unos pómulos de Kate Moss y los labios jugosos de Naomi Campbell.

Con igual fortuna, en su partido hace años que inventaron el Fascioshop, programa para maquillar la Historia, donde el brutal régimen de Franco se tornaba en "una situación de extrema placidez". Gracias a él, los asesinos parecen hermosas Hermanitas de la caridad.