Fuego amigo

El sindicato del crimen popular

De vez en cuando es necesario recordarlo. En los estertores del último gobierno de Felipe González, un grupo de periodistas, conocido entonces como el "sindicato del crimen", utilizó toda una artillería de infundios para acabar con lo que ellos llamaban el "régimen socialista". Como reconocería años después, arrepentido, uno de sus miembros más significados, Luis María Anson (antes Ansón), ex director de ABC, "se llegó a tal extremo que en muchos momentos se rozó la estabilidad del propio Estado".

Es el método clásico de la extrema derecha para llegar al poder, desestabilizar al Estado, con la ayuda, si hace falta, de los militares, para presentarse como los salvapatrias en caso de que les neguemos nuestro voto.

Ahora que el gobierno ha intervenido la Caja Castilla-La Mancha (CCM) para asegurar su solvencia, el PP retoma la filosofía del sindicato del crimen para extender el mayor caos posible, para sembrar el miedo (no hay nada más miedoso que el dinero) y las dudas, aunque se roce la estabilidad del sistema financiero.

Lo que debería ser una noticia alentadora, es decir, que el regulador, el Banco de España, cuenta con los mecanismos suficientes para detectar el cáncer antes de que haga metástasis, para los apóstoles del caos "no es más que el principio". Como dijo Javier Arenas, para justificar el rechazo de la fusión con Unicaja, "era un caramelo envenenado". O bien, según la Cospedal, el gobierno "ha puesto en riesgo 3.000 puestos de trabajo". El Gobierno, y no su compañero sentimental que era, hasta hace un mes, consejero de la CCM por el Partido Popular.

La CCM representa menos del 1% del total del sistema financiero español. Reino Unido, Estados Unidos, Bélgica, Holanda y Luxemburgo han tenido que salir en ayuda de bancos con un peso y un peligro infinitamente más importantes. Pero a nuestros patriotas del sindicato popular les hubiera gustado ver colas de ciudadanos desesperados asaltando las ventanillas de la CCM para llevarse sus ahorros. La foto fija de la gran depresión provocada por los socialistas.

Si insisten, lo conseguirán. Todo sea por la patria.
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Meditación para hoy:

Los que teníamos la esperanza de que la verdad judicial adquiere a la larga mayor peso específico que la verdad inventada (os parecerá un oxímoron, pero dejó de serlo cuando llegó Goebbels), somos unos ilusos. Recuerdo cuando pensábamos que el juicio del 11-M, radiado, televisado y fotografiado día a día, acabaría con la teoría conspiranoica de la autoría de ETA, en compañía de unos pobres moritos. No sólo no acabó, sino que sirvió para publicar más libros delirantes con una trama que nunca existió.

Ahora, los que pensábamos que Federico Trillo no resistiría los embates de la verdad contada por los familiares de las víctimas del Yak-42 y de los peritos, estamos de nuevo equivocados. Testigo tras testigo van desmontando las patrañas del ex ministro, pero él continúa sonriendo sin mostrar un ápice de arrepentimiento.

Una vez superada la incoherencia de ser ministro de Defensa y un cobarde a la vez (otro oxímoron para un militar), quizá será mucho pedir a un miembro del Opus Dei que utilice la caridad cristiana, ya que no la justicia.

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