Fuego amigo

Y todo ello si Dios quiere

En mi infancia, viendo que esto de la vida era un asunto nada fácil, pensaba que el único ente feliz, verdaderamente feliz, era Dios, con la jubilación asegurada después de haber trabajado apenas seis días en toda una eternidad, tirado a la Bartola celestial tras haber hecho esta chapuza, insensible al dolor de sus criaturas. Hasta para enderezar el desaguisado, el gran perezoso había enviado a su hijo para que le contara cómo iban las cosas por aquí. Y para colmo, al chico le maltrataron de tal manera que volvió al Cielo hecho un Cristo y se le quitaron para siempre las ganas de salvar a nadie más.

Luego, cuando me hice mayor, me di cuenta de que la profesión de dios no es ningún chollo. Millones y millones de personas diariamente pidiéndole favores, interesándose por cómo va lo suyo, no debe ser un flujo de información fácil de gestionar.

Lo mismo tiene que decidir si cura milagrosamente un cáncer, como debe pensar en quién se merece el gordo de la lotería o ayuda a aprobar las oposiciones a Registrador (¿en qué coño estaría pensando cuando aprobó a Rajoy?), como se queda dubitativo cuando comienza el partido de la copa del Rey y los jugadores de ambos equipos se persignan compulsivamente para suplicar la victoria, aunque sea gracias a la trampa de la ayuda divina.

Cuanto más traposos, más buscan el atajo de la ayudita celestial. Francisco Camps, imputado por el juez en la trama Gürtel, y que conoce a Dios porque es militante de su partido, sabe que "esto terminará muy pronto y, si Dios quiere, muy bien". Y yo me pregunto, ¿y si Dios no quiere? ¿Significaría que Él también está metido en la trama de conspiración contra la gente que se quiere un huevo? ¿Acaso no quedó demostrado que Dios es del Barça, el equipo de Zapatero? ¿A que va a resultar que a Camps no lo salva ni Dios?

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Meditación para hoy:

Ha muerto Mario Benedetti. Nos ha dejado. Ya nos lo había avisado.

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.

Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.

Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.

Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces

sin mi veteranía.

Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.

Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.

Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.

Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.

(Chau número tres)

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