Fuego amigo

Todos tenemos la conciencia tranquila

Podrá caerse el mundo sobre su cabeza, podrán acusarle de chorizo o corrupto, que todo es capaz el ser humano de soportar estoicamente. Todo, menos que se ponga en duda la salud de su conciencia. La conciencia es un órgano (digo yo que será un órgano, no soy médico, pero debe de estar por algún sitio del cuerpo) al que no se le puede importunar, de salud delicada, cuya función es más importante para el desarrollo humano que el cerebro. De hecho no falta gente de escaso cerebro pero con una conciencia más grande que su ego.

Todos los que son pillados en falta se defienden con aquello de "tengo la conciencia tranquila", como cuando en la noche oyes un ruido en la casa y acudes corriendo a ver cómo están los niños: están durmiendo, están tranquilitos.

Si les preguntas a los chorizos dónde están las facturas de los trajes, los justificantes de compras, el dinero de los gastos arbitrarios pagados con la visa oficial, los regalos a sus amantes o los cobros indebidos con facturas falsas, todos sin excepción corren a ver si su conciencia continúa roncando o si se ha despertado pidiendo a gritos la próxima toma. Nunca responderán a tu pregunta con precisión porque es más importante que no se altere su delicada conciencia que responder ante un tribunal sobre sus desmanes.

Es un órgano imprescindible para la subsistencia. Los fumadores no tienen conciencia de ser drogadictos, los conquistadores del Nuevo Mundo no tenían conciencia de ser unos genocidas y usurpadores, los esclavistas mecían con salmos sus conciencias en misa dominical mientras sus campos de algodón eran trabajados por legiones de esclavos. Una buena conciencia, en fin, es un tesoro. Por eso hay que dejarla tranquila.

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