Fuego amigo

Mayor Oreja y el pendón desorejado

Los contendientes en la campaña electoral para el Parlamento Europeo tienen un problema no pequeño: que una buena parte de la ciudadanía no sabe que el 70% de las leyes que afectan a su vida diaria están elaboradas en Europa.

Quizá por ello, Europa necesita un plan didáctico de choque. Yo soy de los que piensan que el fracaso escolar sería mucho menor si antes de obligar a los niños a estudiar matemáticas se les explicara para qué les servirán en el día de mañana sus conocimientos en matemáticas. De la misma manera, si hacéis una encuesta en el entorno de vuestras amistades comprobaréis quizá que apenas nadie conoce para qué sirve Europa. Un ente supranacional que no despierta su interés, sin sospechar que a Europa sí le importa su dinero, su libertad y sus derechos.

A ese desconocimiento colabora el PP, empeñado en convertir la campaña en un plebiscito contra Zapatero, en el comienzo de su asalto a la Moncloa. Europa como excusa, pues para ellos, campeones del nacionalismo paleto y españolista, Europa es un estorbo.

Y como la derecha no tiene otra cosa mejor que vender, la mercancía más voceada es el discurso moral, ese en el que dice sentirse más fuerte a pesar de lo que le está cayendo en los juzgados. Un Mayor Oreja haciendo unos esfuerzos sobrehumanos por parecer la encarnación del futuro (qué futuro más triste, funerario, antiguo, cansino), con el mandato de derribar las leyes del aborto, de los matrimonios gays y de todo cuanto huela a derechos sociales condenados por su rancia moral. Como en el cuento del lobo, lo de la mayor oreja es para oír mejor a Ratzinger, mientras que para ellos Caperucita la Roja no es más que un pendón desorejado.

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