Fuego amigo

Sólo falta un empujoncito

De la misma manera que hay dos sensibilidades distintas en ETA, una que sueña con vencer al estado español con las armas (serían los del credo cubano de "Patria o muerte") y otra que cree haber llegado el momento de abandonar la lucha armada y entrar en política con la lucha dialéctica, también existen, como un juego de sombras, las dos sensibilidades en el mundo abertzale, los "chicos de la kale borroka" que decía Arzallus, y los que dan la cara como grupo político, con Otegi en la cabeza visible, deseosos de que acabe la dialéctica de la gasolina.

Las bombas y los cócteles molotov tienen un poder destructivo y, por lo tanto, mediático infinitamente superior al de las palabras. Un bando anuncia que está dispuesto a hablar mientras el otro coloca una bomba en la terminal de un aeropuerto. Unos se dan una fiesta de odio en una noche de cristales rotos al mismo tiempo que otros conceden entrevistas sensatas, políticamente correctas, que podría firmar cualquier partido democrático.

Es verdad que el gobierno no puede volver a caer en el engaño y la consiguiente euforia dando crédito a los que manejan la palabra como arma política sin el respaldo de los que tienen las armas de matar. Pero quiero pensar que la entrevista de Otegi publicada ayer por La Vanguardia es al menos el certificado de que existe una izquierda abertzale que rema hacia nuestra orilla. Sin abandonar sus metas estratégicas, reconozcamos que al menos esto no lo habían dicho jamás tan claro: "El estado español no tiene que pagar un precio político a ETA ni a nosotros" (...) "La independencia sólo se puede construir desde vías pacíficas y democráticas". Por supuesto, el PP ya se ha adelantado a considerar estas declaraciones de Otegi "como una trampa", por ese horror vacui que le atenaza cada vez que soplan vientos de paz.

No sé que más pueden exigir los jueces, con la Ley de partidos políticos en la mano, para legalizar en su momento a un futuro partido de la izquierda abertzale que quiera pasar por la ventanilla de visados democráticos. No sé cuáles son exactamente esos requisitos, aparte del inconcreto trámite de condenar la violencia terrorista de manera explícita. ¿Cuánto de explícita? ¿Es suficientemente explícita "la independencia sólo se puede construir desde vías pacíficas y democráticas", o hay que ser más precisos? No lo sé, pero sería bueno que quien sea competente en el asunto, el dueño de la ventanilla, les diga exactamente cuáles son sus deberes, literalmente, por si alguno quiere tomar nota antes de las elecciones de mayo.

Porque creo que sería una buena noticia para la salud de nuestro sistema que los ciudadanos podamos ver, como una normalidad democrática, las pilas de papeletas de los partidos políticos extremos en las cabinas de votación de la próxima contienda electoral. Un partido político extraparlamentario es como un gato acorralado al que sólo le cabe la salida de un ataque desesperado. Dejar abierta una gatera de escape a sus más de cien mil votantes naturales sería el comienzo de la normalización de la vida política en Euskadi y, por extensión, del resto de España.

En el otro lado del arco político asistimos a la angustia que tiene atenazada a la derecha española. La extrema derecha, en lugar de haber conquistado un espacio propio en el que estirar el brazo fascista sin miedo a quitarle un ojo a los demócratas de alrededor, al estilo del partido de Le Pen en Francia, ha contaminado la derecha natural de este país, o sea al PP, hasta conquistar parte de su aparato, como un cáncer enquistado en sus estructuras democráticas.

Y ha transformado el alma del Partido Popular hasta el extremo de que este partido bien podría servir de anfitrión tanto a Sarkozy como a Le Pen, sin tener que cambiar un ápice la escenografía, las banderitas, ni el fenotipo de sus militantes. El día en que los Acebes, Mayor Oreja, Esperanza Aguirre o Mariano Rajoy (al menos este Mariano Rajoy grosero y bronco, preso del dossier secreto con el que le amenazan desde la prensa amarilla y quienes le insultan como maricomplejines), refundan su Alianza Popular, el sentimiento guerracivilista quedará al fin confinado en los extremos naturales, ahogadas sus soflamas en su propia marginalidad, libres al fin de cantar sin complejos el Cara al sol, el himno de la Legión y el himno nacional con la letra de Pemán ("alzad los brazos hijos del pueblo español") en la alegre compañía de Alcaraz, en la manifestación de cada sábado al salir de misa.

El día en que la derecha reconquiste el poder dentro de su partido y la izquierda abertzale se limite a medir su fuerza en las urnas, la sombra del 23 F no traerá otra amenaza que la desgracia de mi cumpleaños. O la fortuna, según se mire.
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Y así, burla burlando, llegamos a la meditación de hoy: Os dejo un enlace para que veáis la pulsera fashion de Alcaraz, en la mano derecha, como no podía ser de otro modo, y tres enlaces más (1, 2, 3) que hablan de la vida y milagros del personaje, que no tienen desperdicio.

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