Fuego amigo

El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano

Las declaraciones, a modo de justificación, de Ángel Acebes sobre la parte que le toca a su partido en el resultado del referéndum del estatuto de Andalucía y la baja participación en las urnas, confirma la teoría de que el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano. Resulta que de la falta de motivación ciudadana también tuvo la culpa Zapatero. Vapordiós. Lo que nos lleva a otra constatación: que este chico ha perdido definitivamente la vergüenza. Lo que no quiere decir que sea un sinvergüenza, como bien pudieran deducir los reduccionistas mal pensados, sino que no le da vergüenza ponerse delante de un micrófono y soltar el guión escrito para ese día desde Génova 13, sin mover un músculo, sin ese horror al vacío que suele atenazar a quienes saben que hay vida inteligente escuchando abochornada al otro lado del cable. No tiene vergüenza y le sobra valor para dar la cara por el guionista de la FAES que tira la estupidez y esconde la mano. Le admiro.

Los sufridores podemos esgrimir la necesidad o no de tanta revisión de estatutos como un buen argumento para el debate, pero que lo diga uno de los padres del fracaso, con esa campaña a regañadientes por el "sí pero" que pasearon con desgana por toda Andalucía, suena otra vez, como decíamos el otro día, a la técnica de los profetas del pasado.

Durante el día de ayer abundaron los análisis y los intentos de explicar por qué un instrumento de convivencia, como es un estatuto de autonomía, puede despertar tan poco entusiasmo en la población concernida. Y no faltó quien ponía de ejemplo la comparación entre la movilización ciudadana en el caso de que un juez pretenda acabar con el carnaval nocturno de Tenerife, pongamos por caso, o quien pida acabar con la tortura de los animales en nuestras civilizadas y ancestrales fiestas populares, y el escaso interés colectivo por participar en la cosa pública que acabará marcando sus vidas, aunque ellos no quieran.

En periodismo, este oficio utilizado unas veces para describir la realidad y otras, para manipularla, distinguimos claramente entre dos conceptos que son como las herramientas básicas para el trabajo diario: la "importancia" y el "interés" de las noticias. El buen periodismo y la supervivencia de los políticos dependen de la habilidad de cada profesional para hacer coincidir lo importante con lo interesante. Porque no siempre van de la mano. Es interesante, despierta un enorme interés, un partido de fútbol Barcelona-Real Madrid, pero ¿es importante para alguien más que para los jugadores y los directamente implicados en cada club? Es importante un estatuto de autonomía, pero ¿es interesante para alguien más que para los políticos que lo promueven? A veces el divorcio de ambos conceptos puede poner en peligro hasta la propia subsistencia de la especie, como en el caso del cambio climático de cuya importancia los científicos vienen avisándonos desde hace más de una década sin que apenas haya despertado hasta hoy el interés de los políticos, quizá demasiado tarde.

Es el viejo dilema de los sistemas y métodos de enseñanza, suscitar el interés de los alumnos por conocimientos que ellos juzgan no tener la menor importancia, como las matemáticas, la geografía, la física o la química. Podemos decir, pues, que, vistos los resultados, el trabajo didáctico empleado en la difusión del estatuto de autonomía andaluz no estuvo a la altura de las circunstancias por esa propensión generalizada, tan humana por otra parte, de confundir el interés con la importancia, la feria de Abril con el deterioro de las aguas del Guadalquivir, el fútbol con el cambio climático, el culo con las témporas.
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Meditación para hoy: El Partido Popular, por mediación de su sección de víctimas del Terrorismo, la AVT, ha convocado para este sábado otra concentración en Madrid, esta vez contra el Tribunal Supremo. ¿Por qué? Pues por haber rebajado a tres la pena de 12 años que había impuesto la Audiencia Nacional al etarra De Juana Chaos por un delito de amenazas. Unos días los jueces son buenos y otros son malos, intermitentemente. Como el viejo chiste: «¿Quieres mirar, por favor, si me funciona el intermitente?» Y Acebes se baja del coche y le va diciendo al conductor: «Aaahora sí, aaahora no, aaahora sí, aaahora no, aaahora sí, aaahora no...» Así, los adalides de la teoría conspiranoica calientan motores para cuando llegue la madre de todas las manifestaciones, el día lejano en que el tribunal del 11-M confirme definitivamente que la matanza islamista podía haberse evitado si España no hubiese sufrido la desgracia de contar como ministro del Interior a un incompetente como Acebes. Aaaahora sí.

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