Fuego amigo

Libertad por arrobas

La información es poder. Una de las razones por las que fracasó el golpe del 23-F fue que la información sobre los desmanes de los golpistas, su violencia verbal, los tiros de metralleta, voló libre, sin atar lo suficiente, con una televisión que fue burlada por un grupo de periodistas, con periódicos que salieron por la noche denunciando el golpe, con las radios retransmitiendo en directo los acontecimientos desde los aledaños del Parlamento.

La intentona del PP, en vísperas del 14-M, para ocultar la autoría islamista de los atentados de Atocha a favor de la teoría de ETA que le beneficiaba, o, en su defecto, retrasar las elecciones de 2004, fue abortada por los mensajes a los móviles que acabaron concentrando a miles de personas ante la fachada (que viene de facha, como sabéis) de Génova 13.

Todas las dictaduras temen la información libre, en Cuba como en Corea del Norte, en China como en Irán. En esta república islámica (¡qué oxímoron más disparatado, qué manera de torturar el noble concepto de república con el instrumento antidemocrático de la religión!) los ganadores de un proceso electoral que apesta a fraude han confinado a los periodistas en sus hoteles, impidiéndoles tomar imágenes de los disturbios.

Pero no consiguen callar Internet del todo, ni mucho menos los móviles con cámaras de video. De la misma manera que el PP o Berlusconi culpan de sus líos de corrupción al mensajero, que es la prensa libre, así las autoridades iraníes achacan las revueltas a la utilización de los mensajes SMS que están convocando a la resistencia en distintos puntos de Teherán. La libertad de expresión siempre acosando a los tiranos y a los corruptos.

Como el destino a veces gusta de jugar con nosotros, resulta que ayer conocíamos el nombre de los designados para el premio Príncipe de Asturias de Investigación, precisamente los "inventores" del teléfono móvil y de la @ del correo electrónico. Por los servicios prestados y los que todavía prestarán sin duda, creo que ese galardón debería ser rebautizado como Premio Príncipe de Asturias de la Libertad.

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