Fuego amigo

Cuando se tiene cara de no haber roto un plato

Desde que me contaron que la cara es el espejo del alma, me he pasado media vida intentando asignar un rostro tipo a los imbéciles, a los listos, a los genios, a los pusilánimes, a los bobos, a los malvados o a las buenas personas. Pensaba, además, que su profesión, como parte del medio ambiente en el que se mueve el sujeto, podría conformar un fenotipo determinado. La manera de hablar meliflua de los curas, la rudeza legendaria del guardia civil, los lolailos engominados de los dirigentes del PP, el pelo largo y alborotado de los directores de orquesta, las tetas de suflé de caramelo de las sopranos de ópera, la mirada penetrante y chulesca de las putas... me parecieron siempre ejemplos válidos de que la función hace al órgano, de que la profesión va por dentro y se asoma en detalles nimios que esculpen los rostros, las miradas, la voz, la forma de caminar, huellas que podemos leer en cada individuo si permanecemos atentos.

Pero con el tiempo tuve que aprender a no darle demasiado valor a esas señales porque el arte del disimulo en manos expertas todo lo desbarata: los asesinos a menudo son los que muestran un rostro más desolado en los funerales de sus víctimas, los parricidas parecen mosquitas muertas cuando los vemos por televisión, esposados, camino del juzgado, y los curas pederastas tienen un historial aparentemente impecable de entrega generosa de todo lo que poseen (hasta su semen) a su infantil comunidad de fieles.

Pero el asunto se complica todavía más según vamos cumpliendo años. No sé a vosotros, pero a mí me cuesta hacerme a la idea de cómo sería el aspecto juvenil de los nazis de 80 y 85 años que de vez en cuando caen en las redes de la justicia. O de los terroristas de Estado, culpables de muertes y desapariciones en las dictaduras militares de Latinoamérica. Hoy son ancianos de pelo blanco, con rostro de abuelito dime tú, a los que dan ganas de ayudar a pasar la calle, a los que supones con los bolsillos llenos de chucherías para encandilar a sus nietos. ¿Cómo el tiempo pudo remodelar un rostro de asesino y torturador hasta este otro, bonachón y entrañable?

A mis amigos les cuento a veces, y no me creen, cómo era el aspecto de feroz revolucionario de dos o tres personajes del periodismo de hoy (sí, habéis acertado, son ellos) que en sus años, mis años, mozos militaban en partidos comunistas marginales, sediciosos de pelo largo y pana rayada, encendidos oradores marxistas, siempre dispuestos a encaminarnos a la huelga contra la dictadura con su verbo encendido y valiente, más rojos que Lenin, más duros que Stalin. Hoy, casi en la tercera edad, han devenido en un popurrí facha, mezcla de Aznar, Berlusconi, el pícaro padrino Fabra y el chulesco Camps. Cuando les ves y les oyes, dan ganas de hacer la famosa pregunta del hijo tonto: Papá, ¿tú también fuiste pequeño alguna vez?

El otro día, cuando vi al etarra Juan Manuel Inciarte Gallardo, alias Jeremías, recién extraditado a España, me hacía la misma pregunta. ¿Cómo sería su cara cuando cometió los cinco asesinatos de hace 26 años? Porque hoy pasaría perfectamente por un profesor de filosofía de instituto, de mirada despistada, aspecto sosegado, incapaz de mantener el orden (ni a tiros, que ya es decir para un tipo como él), en un aula de bachillerato. El mismo día, también, veíamos imágenes del octogenario Ronnie Biggs, el cerebro del asalto al tren de Glasgow que en el año 1963 se procuró la bonita suma de 4,2 millones de dólares con un atraco maestro. Le ves hoy tan desvalido e inocente que serías capaz de confiarle la cartera mientras vas al baño.

Es como si la edad madura, con su habilidad para dulcificar los rostros, fuese la preparación lenta de nuestras exequias, en las que tan sólo por ser el muerto ya tienes derecho a salir a hombros, aunque hayas sido un hijoputa colosal (¡coloxal!) toda tu vida.

Como decía al principio, desde que me contaron que la cara es el espejo del alma me hago a veces estas preguntas tan raras. Como, por ejemplo, quién coño es ese de la foto de este blog...

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