Fuego amigo

Mejor tenerlo de político que de registrador

Sostiene Rajoy que hay que escuchar a la gente. Lo dijo en Grazalema (Cádiz), en rueda de prensa tras medio año sin atreverse a enfrentarse a las preguntas de los periodistas. El Rajoy que durante seis meses no ha querido escucharnos ha detectado que ese es el problema nacional, que Zapatero no escucha a la gente. Por eso, en el aborto de manifestación del sábado, la niña de Rajoy se desgañitaba para hacer llegar su voz hasta la Moncloa.

Menos mal que cambió su próspero negocio de registrador por el de político, porque puestos a registrar, con la solidez de criterio que le caracteriza, España sería hoy un caos catastral.

Veamos, si no, unas pinceladas de su criterio: 60.000 personas exigiendo la derogación de la ley del aborto (eso era lo que gritaban, además de "Zapatero, dimisión"), de las cuales la mitad eran niños obligados por sus papás, es una voz con más mérito que la de los diputados del Congreso que se disponen a votar a favor de la ampliación de la ley, y que representan a más de la mitad de los españoles. Para este extraño registrador, esos manifestantes eran más numerosos que el 79% de los españoles que están a favor de la despenalización del aborto, como se desprende de un estudio realizado por el Instituto de la Juventud.

Miedo me da imaginar a Rajoy, incorporado a su plaza de registrador de la propiedad, registrando lo que a él le sale del arco del triunfo, y con criterio tan extravagante. Porque cuando cientos de miles de ciudadanos (entonces sí) salimos a protestar contra la guerra de Irak, las encuestas detectaban que un 93% de los españoles rechazaba la invasión que Rajoy y el hombrecillo insufrible patrocinaron. Y eso no lo registró el registrador.

Visto lo cual, creo que Rajoy es menos nocivo como político que como registrador de la realidad. O como se diga.

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Meditación para hoy:

Hay que reconocer que la manifestación del sábado perdió vistosidad sin los obispos. Se ve que desde Roma les han echado la charla sobre la conveniencia de no morder la mano de quien les da de comer el 0,7% del IRPF. Algo habrá influido el trabajo callado del embajador Vázquez ante la curia romana para que los zánganos del obispero español no sobrevolaran, con su zumbido de ora pro nobis, un paisaje tan apetitoso como el de una manifestación rebosante de niños.

Doloroso y muy frustrante para ellos, sobre todo, porque las familias del Opus Dei habían llevado allí a su numerosa prole como prueba irrefutable de que los buenos cristianos no son unos asesinos, sino que dejan que sus abortos lleguen a buen término.

¡Tanto niño suelto, y la carne tan débil! Demasiada tentación. Así que se impuso la prudencia, más aún cuando todavía colea el caso de la diócesis de Wilmington (Delaware), declarada en bancarrota por las 142 demandas interpuestas por los abusos sexuales de sus sacerdotes.

Mejor ver la mani por televisión, como el que ve el porno por el Canal Plus, pues quien evita la tentación evita el pecado.

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