Fuego amigo

La ciencia vendrá en nuestra ayuda

Los machistas sueñan con la demostración científica de que la mujer es un ser inferior al hombre. Las religiones del Libro, obsesionadas con el sexo, trabajan en la demostración de que la homosexualidad es una enfermedad, una malformación escondida en algún lugar del cerebro aún por descubrir. Los nazis han escrito ríos de tinta y derramado ríos de sangre intentando demostrar que unas razas, como la suya concretamente, son superiores a las otras, sea por el inadecuado tamaño de las narices o por el color de la piel.

Y siempre hay algún "científico" a mano, del estilo del inefable Aquilino Polaino, miembro del Opus Dei, capaz de enjugar en una sola las tres teorías: los homosexuales son enfermos con la inteligencia de la mujer de una raza inferior. O algo parecido, creo recordar.

Los conductistas ya descubrieron que los hijos de los ricos sacan mejores notas y tienen más probabilidades de éxito profesional que los de las clases inferiores. Y que no es un problema de alimentación, sino de ambiente familiar. Pero los ricos prefieren creer que son los genes y el champán los que les hacen más listos.

El analista Arthur Brooks, del conservador American Enterprise Institute, descubrió que "el secreto de la felicidad es ser de derechas". Por su parte, el psicólogo Richard Lynn, profesor de la Universidad de Ulster, ha "demostrado" que son más listos los que no creen en dios alguno que los muy religiosos. Para el diario vaticano L’ Osservatore Romano, la liberación de la mujer no comenzó con el derecho al aborto o la aparición de los anticonceptivos, sino con el invento de la lavadora.

La ciencia es así, vale lo mismo para un roto que para un descosido. No os extrañe, pues, que ayer en el debate de los Presupuestos cada científico orador tuviera un remedio distinto para salir de la crisis. Y todos infalibles.

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