Fuego amigo

Sólo permanece el nombre de las cosas

El caso Gürtel nos ha concedido un respiro, ahogado en el ruido mediático levantado por la detención del alcalde socialista de Santa Coloma y de los que fueron dos estrechos colaboradores de Jordi Pujol, acusados de varios delitos de cohecho y prevaricación.

Es como si el periodismo tuviera un ángel de la guarda que impidiese el advenimiento del nefasto día en que desaparecerán las malas noticias, las únicas que merecen ser contadas. No news, good news, dicen en el periodismo anglosajón: si no hay noticias es que son buenas noticias. Si algún día retrocediéramos al Paraíso, antes de aquel momento en que la cabeza loca de Eva se dejó seducir por una serpiente (no le alabo el gusto, aunque conozco peores perversiones sexuales), el periodismo se acabaría de sopetón, al menos tal como lo concebimos hoy.

Pero nuestro ángel de la guarda provee todos los días de material suficiente para que los periodistas, policías, fiscales y jueces conservemos el empleo, aunque a veces corramos el peligro de un atracón de esos que siempre terminan en cagalera. Hay días, de verdad, que son para cagarse.

En esas profesiones existen varias especialidades, pero hay una que me llama la atención y por la que estaría dispuesto a cambiar de oficio: la de inventor de palabras, la del policía encargado de asignar nombres a las operaciones policiales.

Lo de Gürtel, correa, en alemán, sólo pudo salir de la mente de un genio. Y por si había dudas de su extraordinaria capacidad para la inventiva, se saca de la manga la "operación Pretoria", haciendo referencia a la detención de la guardia pretoriana de Pujol.

Si no le dan la medalla al mérito policial es porque Rubalcaba sólo está obsesionado con los chorizos del PP.

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Meditación para hoy:

Atentos a la secuencia.

Durante los meses de la operación Gürtel, José María Aznar anduvo perdido, dando conferencias magistrales por esos mundos de dios, sin una mínima mención a los aromas de putrefacción que exhalaba su partido. Completamente mudo.

Fue descubrirse el caso del alcalde socialista de Santa Coloma y de los dos pretorianos de Pujol, para que se le encendiera la lucecita de que los "políticos deben reaccionar con presteza ante los casos de corrupción". Así, todos los políticos metidos en el mismo saco, sin señalar a nadie. Mal de muchos, consejos de tontos.

Apenas minutos después de esta manifestación del hombrecillo insufrible en una de sus conferencias habituales, Mariano Rajoy decidía actuar, espoleado y envalentonado por su mentor: "La paciencia es una de las más importantes virtudes que debe tener un político, pero Santo Job sólo ha habido uno en la historia". Es decir, por fin Rajoy desvelaba que su estado de indolencia-acojone, rayano en la parálisis absoluta, ante el lamentable espectáculo de su partido a cargo de los correosos compañeros y asaltantes de Caja Madrid, no era otra cosa que paciencia.

Tendríamos que preguntarle al policía experto en poner nombres si no habría otra manera de denominar a eso que Mariano llama paciencia. Por ejemplo, ineptitud, incapacidad, miedo cerval...

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