Fuego amigo

Hay que poner a trabajar al jarrón chino

Aminetu Haidar es de ese tipo de luchadoras correosas, capaces de dar la vida por la defensa de sus derechos en los regímenes dictatoriales, como el marroquí, aún a sabiendas de que para los dictadores las vidas de los demás o están a su servicio o valen la milésima parte de un camello. Haidar no ha encontrado mejor método de lucha que poner su vida en peligro para refrescar la memoria del mundo sobre la deuda pendiente con el pueblo saharaui y los incumplimientos reiterados de las resoluciones de Naciones Unidas por parte de Marruecos.

Haidar sabe que el rey de Marruecos no piensa dar un paso atrás. Por ello ha trasladado el problema a España para que su huelga de hambre se lea en todos los foros como un conflicto bilateral entre dos países que tienen muchos intereses en común. Así lo declaraba ayer un miembro destacado de la Comisión Europea. Un problema bilateral, decía, para que no se convierta en un problema de dimensiones multilaterales.

La "paz" de Europa con Marruecos se ha labrado trabajosamente durante estos últimos años, en torno a dos ejes: la pesca de los barcos europeos (españoles) en sus caladeros, y una delicada política migratoria que cortó la avalancha de marroquíes a España, la principal puerta de entrada al continente de la inmigración ilegal.

El ministro de Exteriores marroquí ya amenazaba ayer con "replantearse la política de emigración" si España continuaba presionando sobre este asunto. Moratinos, asustado, se apresuraba a contestarle que las relaciones "son sólidas y vitales". Sólidas no lo parecen, aunque vitales sí, pues sólo le faltaba al gobierno de Zapatero otra crisis provocada por secuestradores internacionales.

Con un reyezuelo medieval como Mohamed VI, principio y fin de toda justicia, que estaría dispuesto a perdonar a Haidar "si le pidiese perdón", es muy difícil discutir. Todavía hay reyezuelos que condenan o perdonan a sus súbditos según su real capricho, al margen de los códigos civiles, monarcas absolutos que confunden la caridad con la justicia.

España le ha puesto todos los anzuelos posibles a Haidar, rozando incluso la ilegalidad, como la oferta de concesión de un pasaporte español. Cortadas todas las salidas, debido el rechazo de la activista, sólo queda preservar su vida. Yo respeto por encima de todas las cosas la posibilidad de elegir la propia muerte, y por lo tanto el derecho a no ser alimentado contra mi voluntad. Pero, parafraseando a Pascal, la política tiene razones que la razón no entiende. Si después de haber traído sanos y salvos a todos los pescadores del Alakrana secuestrado, al gobierno le cayó lo que le cayó, ni me imagino los despropósitos que vamos a tener que oír de la desleal oposición, tan dada a la necrofilia, si Haidar muere.

Zapatero le hace ascos a la intervención de nuestro rey en este asunto, y creo que se equivoca. Es un asunto de Estado, y el rey es (todavía) el jefe del Estado. Y no es que confíe especialmente en la capacidad oratoria del Borbón, pero sé que los reyes, un disparate en sí mismos, manejan argumentos absurdos, como los bebés que hablan ese lenguaje que tan sólo ellos entienden. Así que mantengo que la solución sería que Juan Carlos abandonase por un momento su papel de jarrón chino e intercediese por la vida de Haidar ante quien considera su "hermano pequeño", ya sea echando mano del chantaje psicológico, ya sea prometiéndole la baratija del Toisón de oro, que esas cosas les encanta a esta gente cuando se pone a jugar a los reyes.

Luego ya lo colocaríamos de nuevo en un rincón de palacio. Y santas pascuas.

Más Noticias