Fuego amigo

Maltratadores y violadores tomando el sol

Tenemos tan poca confianza en la Administración de justicia, que existe la sospecha generalizada de que a veces es preferible no denunciar, porque en el mejor de los casos de nada sirve, y en el peor, llueven sobre ti toda clase de molestias.

Hasta época muy reciente, la mayoría de las situaciones de maltrato en la pareja o violaciones no se denunciaban, o se denunciaban tarde, por la resistencia histórica de una policía y judicatura enfermas de prejuicios machistas, que tendían a considerar a la víctima como provocadora de la situación.

Y si esto ocurre entre particulares, el miedo a las consecuencias de convertirse en denunciante se multiplica entre la clase política. El gobierno de Zapatero me recuerda a esas mujeres maltratadas que prefieren aguantar insultos y vejaciones porque consideran que acudir a la justicia ordinaria agravaría más la convivencia.

Pero el maltratador lo sabe y juega con esa ventaja. No creo que exista en el mundo civilizado un presidente de gobierno que haya soportado impertérrito tantos insultos y de tan baja estofa por parte del jefe de la oposición. Desde este púlpito laico desde el que os escribo he expresado más de una vez mi estupor (bueno mi estupor no, más bien mi rabia) por esa cautela por parte del gobierno y sus ministros, tan a menudo insultados y acusados sin pruebas de supuestos delitos, por esa aversión suya a acudir a los tribunales para hacer valer un honor herido.

Así lo hice en verano, cuando Cospedal, desde un chiringuito de la playa, acusaba a Rubalcaba de ser un delincuente, del delito de espiar ilegalmente a dirigentes del PP. Ni Zapatero ni Rubalcaba se inmutaron, quizá temerosos de la maldición gitana de "tengas pleitos y los ganes", mientras los demás nos preguntábamos si, ante tanta pasividad, no será verdad que el que calla otorga.

Parecen no darse cuenta de que su aparente tranquilidad es nuestro desasosiego. Ellos pretendían salvar así la convivencia, cuando lo cierto es que a los demás nos creaba una enorme sensación de inseguridad. Ha sido un grupo de ciudadanos el que ha demandado a Cospedal. No servirá de nada, pero les tengo envidia por haber reaccionado más valientemente que yo, por haber actuado como buenos vecinos advirtiendo al juez sobre un caso de maltrato y violación en su comunidad.

Ahora el juez dirá. Y dirá que no ha pasado nada. Que son cosas de la calentura del debate político, como otros sostienen que las calenturas políticas pueden justificar un golpe de estado. Y nos quedaremos con ganas de que se demuestre que también es un delincuente el que acusa falsamente, y sin pruebas, de un delito.

Más Noticias