Fuego amigo

Mercado y laboral están en crisis

El mismo día en que el FMI pronosticaba que España será, entre los países más ricos, el que tendrá un crecimiento más débil en 2011 (para este 2010 simplemente vino a decir que ¡sálvese quien pueda!), desde la trinchera del Banco de España su gobernador apremiaba al gobierno a que acometiera de una vez por todas la reforma del mercado laboral pendiente.

Cuando hablan de reformar el "mercado laboral" se refieren a un ente filosófico compuesto por dos palabras castellanas, que por separado tienen vida propia, funcionan con un significado muy preciso, pero que juntas parecen un galimatías; mejor aun, algo así como un matrimonio en el que malmeten ambas suegras, y cuñados y cuñadas que se llevan a matar, pendientes todos de salir beneficiados en la herencia.

Y al igual que ocurre en el seno del matrimonio, todo el mundo coincide en que hay que cambiar a uno de los dos. En mi casa, por ejemplo, la culpa siempre la tengo yo. "Es que no cambias nada", me recrimina siempre mi gobernadora.

Para la clase laboral, la culpa es del mercado, de un capital especulativo que prefiere el dinero rápido de la especulación inmobiliaria a invertirlo en engrasar sectores de I+D. Y para el mercado, la culpa toda la tiene el laboral, que es un vago que nunca hace la cama y sólo piensa en subidas de sueldo.

Según el gobernador Fernández Ordóñez, hay que reformar los contratos para que las entidades financieras puedan contar con gente solvente a quien prestar. Ayer volvió a repetirlo. Pero ese ente filosófico y matrimonial llamado mercado laboral siempre adquiere, curiosamente, en manos de las suegras, o sea Mariano Rajoy y Díaz Ferrán, la forma de abaratamiento del despido. Lo que demuestra que las crisis conyugales tienen muy mal arreglo. Son demasiados años ya de mala convivencia.

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