Fuego amigo

¿Hay algún psiquiatra en la sala?

Si hay algún psiquiatra en la sala, ruego se presente para explicarme una cosilla.

Me han dicho que, desde que ya no existen profetas, son los psiquiatras los encargados de interpretar los sueños. Con lo baratos y divertidos que eran los profetas. El caso es que soy muy propenso a un tipo de sueños recurrentes que me persiguen desde mi juventud, y me temo que son el aviso de una anomalía del espíritu escondida debajo de la línea de flotación de mi consciencia que, si no me la curo bien, algún día me reventará por las costuras del cerebro. Del cerebro de la cabeza de arriba, se entiende, porque los psiquiatras, para trabajar menos, desde Freud toda la culpa se la echan a la otra cabeza.

Uno de mis sueños angustiosos es que me avisan de que me falta por cumplir un mes de mili. En otro, recibo una carta en la que me comunican que me queda una asignatura para acabar la carrera.

Ahora se me presenta en sueños un empresario estrafalario, de ojos luciferinos, al que persiguen los clientes a los que presuntamente defraudó con billetes de avión falsos, al que buscan cientos de trabajadores de su empresa a los que no paga, debido a su demostrada incompetencia como empresario, al que investiga Hacienda por varios posibles delitos de defraudación, al que inexplicablemente eligen como modelo y guía los empresarios españoles... se me presenta en sueños, digo, este monstruo de las cavernas para susurrarme al oído que no podré jubilarme hasta los 70 años.

Llevo tanto tiempo contando las horas que restan para mi jubilación, que temo estar sufriendo un ataque de ansiedad parecido a cuando me quedaba apenas un mes de mili y de carrera. Ahora, por la noche, me asalta el monstruo de mis obsesiones con la amenaza de que me quedan todavía cinco años más de vida laboral (si es vida, no puede ser laboral).

¿Habría alguna manera de acabar con este monstruo, señor doctor, antes de que él acabe con mi salud?

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