Fuego amigo

Estar en misa y repicando

Se cumplen veinte años de aquella cínica abdicación temporal del rey belga Balduino al trono de su país, por problemas de conciencia, para no verse obligado a firmar la ampliación de la ley del aborto que había aprobado el Parlamento. Fue una ocasión histórica de eliminar esta anomalía democrática en suelo europeo conocida como monarquía, pero los belgas no se atrevieron a dar el paso. Se trataba del sucesor de una saga de los muy cristianos reyes que durante medio siglo expoliaron el Congo, en uno de los episodios más sanguinarios de la colonización europea de África. Pero el expolio no es pecado.

Es el caso más extremo que recuerdo de objeción de conciencia, y el más cínico, pues el monarca belga se tomó tan sólo dos días sabáticos para que la ley la firmara otro en su nombre.

Entre nosotros habita un "monarca" de la magistratura, Carlos Dívar, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Joder Pudicial (una dualidad que algún día habría que deshacer, pues se convierte en juez y parte), que a pesar de ser tan asiduo a las misas como Balduino, no parece tener la menor intención de dimitir por su doble condición de haber jurado fidelidad a Franco y a los Principios Fundamentales del Movimiento, y a la vez tener que pronunciarse sobre el posible procesamiento de Garzón por intentar iniciar tímidamente un proceso al franquismo.

La Nieta de Juan Negrín, ex presidente de la II República que Franco derribó, le ha recusado por considerar que no se puede ser fiel a dios y al diablo. Es de sentido común, y quizá por ello la recusación no prospere. Pero al menos quedará para la historia que hasta aquel rey meapilas tenía mayor sentido de la dignidad que este otro piadoso colega de su misma secta.

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