Fuego amigo

El pecado original del Partido Popular

El gesto de Aznar el otro día en la Universidad de Oviedo, enfrentándose groseramente a los alumnos que le increpaban, retrata a la perfección al hombrecillo insufrible, y deja un rastro exacto de su estatura moral y su capacidad dialéctica para con el contrario. Ese dedo en estado de erección habría que enmarcarlo, al menos en fotografía, porque es el embrión mismo del comportamiento posterior como oposición por parte de sus sucesores en el Partido Popular.

Es un dedo que soporta todo el peso de la púrpura opositora. Llevamos años recriminando a Mariano Rajoy su nombramiento antidemocrático en el PP, designado a dedo por su antecesor, quien a su vez había sido nombrado por el homo antecessor que dormita en el Senado, quien también fue nombrado ministro a dedo por el hombre de las cavernas, el generalísimo antecessor por excelencia, por su excelencia... llevábamos años hablando con sorna de ese dedo y por fin comprobamos para qué sirve y cuáles son sus capacidades, además de impregnar con su grosería a todos los sucesores que nombra. Ahora comprendéis que nada hacía prever que alguien investido por dedo semejante pudiese atesorar un gramo de bonhomía.

La verdad es que, visto así, amenazante, el dedo que nombró a Rajoy acojona. Se llama higa (figa, en gallego y portugués). En algunas culturas se utiliza contra el mal de ojo, y en otras inculturas (la suya), para hincarlo en el ojo ajeno.

Ese dedo de Aznar es como el pecado original, cuyos efectos contaminan, como una maldición, a las generaciones posteriores. Todos conocemos en qué consiste el bautismo que lava esa culpa heredada: se llama elecciones primarias. Demasiada valentía para un candidato que ya ha perdido por dos veces unas elecciones generales.

Por cierto que la última vez que vi un dedo en esa postura amenazante fue en la consulta del urólogo. También buscaba mi ojo. Casi me desmayo de la impresión. Pero al menos mi médico tuvo la delicadeza de ponerse unos guantes de látex untados de una crema suave.

Ya que te van a dar, al menos que sea un profesional.
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Clase de lenguaje corporal, nivel 1:

Como dentro de unos días los correligionarios del Josemari dirán que lo suyo no era una grosería sino su pasión desatada por aprender idiomas, y que en realidad estaba practicando el lenguaje de los signos, ahora que ya se ha doctorado en catalán e inglés, traigo aquí la primera lección para que podamos seguirle en su nueva aventura de alumno aventajado en lenguaje corporal. Que luego nos dice un piropo y creemos que nos está mandando a la mierda.

Para que vayáis ensayando, os traigo su firma en el lenguaje de los signos. A estudiar, venga.

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