Fuego amigo

Cada 23-F Tejero mucho más, hijo mío

Nací un 23 de febrero de hace muchos años. Bueno, siempre digo que nací dos veces: el 23-F en que me parió mi madre y el día en que fracasó la intentona golpista de Tejero en 1981. En mi primer nacimiento, en medio de lo que supongo fue un total desconcierto por mi parte (mi madre se desconcertaría luego conmigo al cabo de unos años, pero eso es otra historia) practicaron conmigo la primera violencia para que rompiera a llorar, que es a lo que se viene a este mundo: ¡que lloren, coño!, creo que dijo el médico mientras me propinaba un azote inmisericorde. Luego mi madre me consolaba con un te quiero, te quiero mucho, hijo mío.

El 23-F de 1981, mientras mi madre esperaba oír una llamada telefónica de su hijo Manuel, este que todavía está aquí, escuchaba por la radio a media tarde aquello de "don Manuel Núñez Encabo... ¡Quieto todo el mundo!". Se trataba de otro Manuel, el diputado que debía votar la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo, quien con aquella interrupción recibía los azotes de rigor para que se echara a llorar. "¡Se sienten, coño!" exigía aquel extraño doctor de uniforme verde oliva, tocado de tricornio. Era mi segundo nacimiento y me pareció oír aquella voz maternal, distorsionada con el tiempo, diciéndome: Tejero, Tejero mucho, hijo mío.

Hoy es otro 23-F a grabar con sangre en mi calendario vital. Hoy las centrales sindicales nos convocan a una manifestación para protestar contra lo que ya se conoce como "el pensionazo", la reforma de las pensiones insinuada por el gobierno, en la que se contempla elevar a los 67 años la edad de jubilación. Con tan sólo pensar que tengo que alargar dos años más mi vida laboral me dan ganas de morirme.

Por esa razón, aunque mi madre ya no me puede felicitar, no he olvidado poner a enfriar el cava para celebrar mi tercer nacimiento.

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