Fuego amigo

La de juez es una profesión de riesgo

Hay profesiones que sólo se pueden sobrellevar con vocación de servicio y un ánimo fuerte y flexible como el acero. Como la de juez, médico o sacerdote. Los tres se ganan la vida recibiendo malas noticias de los demás, ya sea en el tribunal, en la consulta o en el confesionario. Como Mariano Rajoy, por cierto, que domina a la perfección las capacidades de los tres: juzga y condena a diario a todos sus adversarios políticos, ha detectado que el cáncer de España es Rodríguez Zapatero, y confiesa y absuelve con largueza a todos los chorizos, presuntos y confesos, que pueblan las filas de su partido. Más que un político es todo un fenómeno de la naturaleza.

Mariano aparte, la más sacrificada es la profesión de juez. Accede a la carrera con unas oposiciones que le mantienen encerrado durante años, memorizando cientos de artículos, a razón de ocho horas diarias de estudio, que luego tiene que recitar como un papagayo en un tiempo cronometrado, como un numerito de circo. Si algún día os habéis preguntado por qué hablan tan raro y dictan a veces sentencias tan extravagantes y contrarias al sentido común, sabed que sus comienzos fueron de locos. Seamos comprensivos.

Entrenamiento tan duro les sirve para salir airosos de situaciones peligrosas. Por ejemplo, ¿os habéis imaginado al juez instructor del caso Matas tomando declaración al ex presidente balear, atragantado de la risa, a punto de explotar, al oír al ex honorable justificando con sus ahorros su enriquecimiento estratosférico? Una sola carcajada, una leve coña marinera, y es juez muerto, acusado ante al Consejo General del Joder Pudicial por animadversión y falta de respeto. La suya, y no la de chorizo, sí que es una profesión de riesgo.

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Meditación para hoy:

Hoy sabremos si el juez instructor del caso Matas ha muerto de risa (¡los Matas de risa, querido ex honorable!) o si se ha recuperado del golpe. En el PP están todos con la respiración contenida y el culito apretado por la semana de pasión que les espera. Claro que, como ha dicho el Papa nazi, "Dios da la valentía para no dejarse intimidar por murmuraciones". Mientras no haya pruebas, todo son murmuraciones, ya sabéis.

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