Fuego amigo

Jaume Matas, víctima de la doctrina Rajoy

Para que un juez instructor le retire el pasaporte a un presunto imputado y le exija tres millones de euros como condición para eludir la prisión preventiva, los indicios de delito, más que indicios, deben de ser una novela de terror.

Tres millones de euros. Con estas cantidades me ocurre lo mismo que con las distancias siderales, cuando los astrónomos nos hablan de millones de años luz entre estrellas y galaxias: quinientos millones de pesetas. Ahora sí. Esto ya es otra cosa. Ahora ya comprendo la distancia que dista entre un chorizo vulgar y un presunto chorizo honorable a punto de demostrar su inocencia.

Tiene de plazo el ex honorable president (por los indicios, parece que abandonó su condición de honorable mucho antes que la de president) hasta el miércoles próximo, gracias al indulto de la Semana Santa, su semana de dolor y pasión, para reunir los tres millones de euros de la fianza. ¿Qué harías vosotros en un caso semejante?

Porque el momento procesal es sumamente delicado. Recordad la doctrina Rajoy, referida a los supuestos pactos de Zapatero con ETA: "Si usted no cumple sus compromisos, le pondrán bombas, y si no se las ponen, es que ha cedido". Si el juez aplicara la doctrina del más listo de la clase política, la frase quedaría construida de la siguiente manera: "Si usted no paga la fianza, le mandaré a la cárcel, y si consigue pagarla, es que ha robado eso y mucho más".

Mariano rehuía a la prensa estos días porque, gracias al descubrimiento de su axioma, sabía que Jaume Matas, compañero suyo de consejo de ministros, cuya gestión en Baleares añoraba y ponía como ejemplo a seguir en el gobierno de España, estaba condenado de antemano.

Ahora comprendo sus enigmáticas palabras: "que demuestre su inocencia... si puede". Para listo, listo, mi Mariano.
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Meditación para hoy:

El otro día me preguntaba cómo podría soportar el juez instructor, sin perder la compostura, o morir allí mismo por un ataque de risa, las explicaciones extravagantes de Matas sobre su enriquecimiento súbito. Pues ya lo hemos visto. El auto provisional es una pieza maestra a estudiar en las futuras escuelas judiciales, en la que se muestra cómo un juez puede perder la paciencia, y hasta la compostura, después de escuchar nueve horas de necedades y tomaduras de pelo.

"Explicación absurda", "no tiene desperdicio", "burla a este juzgado y a los ciudadanos"... para acabar rematándolo con la que parece toda una declaración de principios de un juez a punto de explotar: "Es claro que Matas ha venido a burlarse de los simples mortales".

Yo ya me lo imaginaba desde hace tiempo. Y eso que soy un simple mortal, y no juez.

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