Fuego amigo

La revolución se hace en los despachos

Durante siglos, cuando las democracias de las urnas todavía no existían, todo poder político era tomado por la fuerza y ratificado por las armas, con la bendición oportuna de las religiones de turno. Por eso no hay mayor insulto a la inteligencia que hacernos creer que las monarquías tienen un origen divino, cuando no son más que una grosera usurpación de nuestro patrimonio colectivo, con miles de muertos en el armario.

A falta de elecciones, las campañas para apear a los reyes, emperadores y toda suerte de tiranos tenían el nombre de revolución armada, con el inconveniente de que dejaban todo perdido de sangre a su alrededor.

No más sangre. El juicio político al que se enfrentan en el Congreso de los Estados Unidos los directivos (los "bankdidos") del banco de inversión Goldman Sachs, que presuntamente se lucraron con la crisis financiera, demuestra que las mayores amenazas golpistas se cuecen en los centros financieros, sin pegar un solo tiro.

Tomemos como ejemplo a esos núcleos de poder omnímodo llamados agencias de calificación crediticia, como Standard & Poor’s, monopolios ("tripolios", pues entre tan sólo tres se reparten el mundo) que han convertido en bono basura la deuda griega, pero que en su día fueron incapaces de prever el monumental fiasco de la basura de las subprime. Desde Bruselas se preguntan ahora, por fin, quién califica al calificador, al servicio de qué pescadores de plusvalías podrían estar trabajando en el río revuelto de la crisis.

Aquí, el delegado de los Poor’s (pobres, en inglés, para mayor sarcasmo) se llama Mariano Rajoy. De tanto chivarse de que España es como Grecia, ha conseguido que nos rebajen otro punto más en la calificación de solvencia. Su mentor, el espíritu que le habita, el hombrecillo cada día más insufrible, acaba de decir en Nueva York que España "está en una situación prácticamente límite". Ellos son nuestros Poors de espíritu.

Los patriotas, como veis, ya no necesitan la revolución para llegar al poder. Basta con varios informes sucesivos y machacones de que España se hunde. El resto del trabajo lo hará el mercado sin disparar un solo tiro.

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