Fuego amigo

Le tocó la lotería de la ONCE y se puso ciego a champán

Otro día perdido. Todo lo que podía salir mal salió mal. No me tocó la lotería, ni un reintegro, y la reunión entre Zapatero y Rajoy terminó como comenzó.

A la suerte no le guardo rencor. Son tantas las historias de agraciados convertidos en desgraciados por ese enriquecimiento súbito que me da miedo que un día me toque esa cantidad estúpida que no te retira de trabajar pero que te crea un problema de inversión y la enemistad de los parientes a los que no piensas regalarles ni un duro ni harto de vino. Si la suerte me está escuchando, a ella le digo que si algún día me toca, que no sean menos de tres millones de euros, o ni hablamos. Porque a veces la mala suerte se disfraza de buena suerte, cambias de coche, a uno de esos alemanes que vuelan, y te pegas la torta en la primera curva. O vas en peregrinación a Lourdes en acción de gracias y el autobús que te llevaba se despeña por un barranco. Ni hablar. Recuerdo el extraño caso de un amigo al que le tocó la lotería de la ONCE y se puso ciego a champán. No hay que andar tentando a la suerte.

Lo de Rajoy me pareció de juzgado de guardia, si la grosería política se pudiese denunciar en los juzgados. Grosero, malencarado, dando a entender simplonamente que llegaba a la reunión a perder el tiempo y que no tenía ningún motivo ni siquiera para los gestos de cortesía que se le exigen a los estadistas. Como temiendo sonreír para la foto, porque las fotografías permanecen y su gesto de complacencia con el enemigo podría tener consecuencias entre las filas de esa extrema derecha que parece tenerlo secuestrado. A mí me da esa mano blanda, como diciendo a ver qué haces con la mano, chaval, y me la voy a lavar inmediatamente por si la amargura y la descortesía son contagiosas por contacto.

Todo fue una estúpida escenificación de un discurso agónico. No tiene "certidumbres", dice, y a continuación desgrana la letanía cansina de lugares comunes desmentidos por activa y pasiva no ya por el gobierno sino por los fiscales, jueces y policías que se encargan de mantener al estado de derecho dentro de los límites marcados por la Constitución y el código civil juntos. ¿A qué viene esa farsa de voy a la reunión aunque no sé para qué? Como ha dicho la vicepresidenta del gobierno, va a la reunión a exigir cosas "que ya exige la ley". ¿Es que no hay guionistas en ese partido con un poco más de imaginación? ¿Es que no hay un gabinete de imagen sensato que recuerde al líder de la oposición que no se puede acudir a una reunión de esas características, sobre la que habíamos depositado tantas expectativas, con esa cara fastidiosa de funcionario que sólo está pendiente de la hora de cerrar?

Lo dicho, otro día perdido. Bueno, al menos a los ateos nos queda la Navidad. Que tengáis unas fiestas en paz.

Más Noticias