Fuego amigo

Un test para ser jueces

Si no puedes conseguir nada mediante tu propio esfuerzo, hazte nacionalista. Da lo mismo del tipo que sea. El nacionalismo tiene la propiedad fantástica de prestar a todos los que se acogen bajo su paraguas las virtudes colectivas que se suponen a las naciones por el mero hecho de serlo, esos entes abstractos por los que al parecer merece la pena matar y morir. No importa si eres alto o bajo, feo o guapo, ignorante o sabio: con haber nacido en un lugar determinado ya eres mejor que los nacidos unos kilómetros más allá de tus fronteras imaginadas.

De los genes tribales del nacionalismo hemos heredado el impulso a defender el "hecho diferencial", como una proyección del instinto individual de conservación, porque cada pueblo pretende distinguirse de sus vecinos en que es mejor. Todavía no se ha descubierto grupo humano, a excepción de algunos partidos fascistas, que reivindiquen que son más tontos que los demás. La propia existencia del nacionalismo implica un sentimiento de superioridad que tiende a defenderse de la invasión de los pueblos que considera atrasados. O sea, todos los demás.

En Alemania, con un largo historial de xenofobia, los ultraconservadores de la Unión Cristianodemócrata proponen examinar a los inmigrantes con un test de inteligencia. El que quiera pertenecer a su tribu que demuestre antes que es tanto o más listo que ellos.

En España, como en otras tribus del mundo, les hacemos un test de cultureta nacionalista. Ayer supimos de ese juez de Getafe que examina a los inmigrantes de Historia de España con preguntas sencillitas: en qué año (?) tuvo lugar la Transición, o qué ocurrió en 1868, o cuál es el artículo quinto de la Constitución. Los que aprueben no sé si estarán capacitados para colocar ladrillos, ser buenos enfermeros, policías o empresarios, pero lo que sí sé es que ya pueden ser jueces, como el lumbreras este de Getafe.
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Primera meditación para hoy:

Hablando de nacionalismos... La resolución cuasi salomónica sobre el estatuto de Cataluña parece el final de unas elecciones. Todos contentos, o casi. El PP ha sido desautorizado en más del 80% de los artículos que consideraba inconstitucionales, pero me ha parecido ver en los rostros de sus dirigentes una sensación de alivio por el berenjenal en que se habían metido. El PSOE también se siente aliviado, quizá porque sus señorías sólo han eliminado lo que tenía un tufillo si no inconstitucional sí al menos incómodo por lo que podría significar de agravio comparativo con otras comunidades autónomas.

Sólo se sienten damnificados los del tripartito, como no podía ser menos. Quizá tengamos que asistir durante las próximas jornadas a una sobreactuación por parte de sus dirigentes para escenificar ante sus bases el atropello españolista.

Pero creo que podremos soportarlo.
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Segunda meditación para hoy:

Parecía imposible ponerse de acuerdo en nada, con las elecciones en el horizonte. Ni un paso adelante, no vaya a ser que sea en falso, como parece ser el lema de nuestra (des)leal oposición. Ni siquiera el consenso parecía posible ante el enemigo común del terrorismo. La vergonzosa utilización de las víctimas del terrorismo por parte del PP durante la pasada legislatura, apropiándose de las de ETA como si fueran de su propiedad, y renegando de las del 11-M, porque se trataba de un terrorismo al que no le podían sacar tajada política alguna, parece haber tenido un final solemne con la celebración del Día de las Víctimas en el Congreso de los Diputados. "Parece un sueño" se decía Maite Pagazaurtundua, la presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo.

Esperemos que sea la promesa del Partido Popular de que jamás volverá a resucitar la teoría conspiranoica del 11-M que tanta división provocó entre los españoles. Las víctimas y nosotros nos merecemos este descanso.

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