Fuego amigo

Los ricos invierten en futuro

Cuando Jesús de Nazaret pronunció aquella enigmática sentencia de que "es más fácil que un camello (quizá sea una soga o maroma de barco, debido a una mala traducción) pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios" no pensó en las incomodidades que ello iba a generar a la Iglesia que más tarde fundarían sus seguidores, una Iglesia dueña de una fortuna inconmensurable. Porque Jesús andaba sobre las aguas pero no por las ramas; aquella sentencia a muerte venía a decir sin rodeos: queridos ricos, no os salva ni dios, que es mi padre, por cierto.

Cuando un rico seguidor, después de confesarse una persona virtuosa, le preguntó qué más necesitaba para merecer el Cielo, Jesús lo dejó planchado para el resto de la eternidad: "Una cosa te falta, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres (...) luego, ven y sígueme". No sé si pillaron aquel día de mal humor a Jesús que llevaba toda una jornada por caminos polvorientos bajo un sol de justicia, pero el caso es que así quedó escrito por Mateo para siempre.

Desde entonces, los ricos se gastan fortunas en intentar comprar la voluntad del vicediós, el único que puede desatar en la Tierra una orden divina para que quede desatada en el Cielo. Es una inversión más lógica que criar mediante ingeniería genética camellos enanos o fabricar agujas ciclópeas, porque el hijo de dios anda sobre las aguas pero no en Babia, y se daría cuenta del trampantojo.

Por eso los más ricos empresarios españoles acudieron al Vaticano el pasado viernes a sobornar al Papa Benedicto. Entre ellos, el banquero Botín, quien al parecer piensa dar más crédito al farsante de Roma que a sus clientes sin nómina fija. Creo que a eso se le conoce como prioridades de inversión.
---------------------------------------------------------------------------------------------------

Meditación para estos días:

"Como bloguero vuestro que soy os debo una explicación y esa explicación que os debo, como bloguero vuestro que soy, os la voy a pagar".

Ahora que el flemón ha bajado a límites soportables, después de media caja de Ibuprofeno (gracias, Luna, eres como una madre), y teniendo en cuenta que las hostias me las disteis todas en el carrillo bueno (un facha diría que no hay Carrillo bueno) quisiera hacer una puntualización sobre el incidente con Patricia a la que, confieso, utilicé para contestar a alguno más.

Como ya más de uno advirtió, sólo contesté a Patricia porque en su caso me sentí doblemente herido: por venir de una persona a la que quiero y respeto intelectualmente, y por el trasfondo de desprecio que destilaba su respuesta más a mi persona que a las ideas expuestas. Como he predicado siempre, sobre todo en mis críticas a las religiones, no hay idea respetable -ni ésta que estoy formulando- sino que son las personas las que merecen respeto.

Por eso tanto fuego amigo me pareció excesivo cuando mi persona, y no la idea que había introducido para debatir, se convirtió en la diana. Tan excesivo que por primera vez en mi vida tuve que explicar que el derecho a la huelga es una conquista obrera por la que luché en la calle y en la letra impresa cuando hacerlo era jugarse el tipo y la profesión. Me vi impelido a explicarlo porque, en el colmo de la desmesura, alguien me afilió ya a las filas joseantonianas.

Lo peor de todo ello, y os lo digo por propia experiencia, es que debates así son el abono de la autocensura, provocan un miedo al vacío de salirte de la manada, de ser rechazado por la tribu, obliga al inductor de los debates, que soy yo, a hablar sólo de lo que presume que la parroquia quiere oír. Ese día colgaré el blog.

Y ahora que los huelguistas de Metro se han tomado un día de descanso, y que ya tenemos la distancia suficiente para reintroducir el debate, dejo como meditación lo que quise que meditáramos entre todos el otro día.

Al igual que las religiones son el fósil del estado de la sociedad en que nacieron (sacrificios de animales, o del hijo de dios como en el caso de la cristiana, para aplacar a los dioses, esclavitud de la mujer, relegada al papel de proveedora de descendencia, etc.) la lucha sindical y la estructura de los sindicatos nacieron en momentos en que el obrero tenía que pelear contra un salario de miseria, condiciones higiénicas y de seguridad en el trabajo deplorables y negación de cualquier derecho cívico. Pretender en la economía global del siglo XXI que el mundo empresarial y la clase obrera son los mismos del manual de lucha del siglo XIX es un ejercicio estéril y un punto ingenuo que podemos pagarlo caro todos. ETA, por ejemplo, nació para luchar contra la opresión de un régimen putrefacto, y sigue hoy soñando que aquella España de hace 50 años es la misma que la de 2010.

Dejadme que haga un inciso con los versos de Ángel González sobre el paso del tiempo en sus Glosas a Heráclito:

1
Nadie se baña dos veces en el mismo río.
Excepto los muy pobres.
2
Los más dialécticos, los multimillonarios:
nunca se bañan dos veces en el mismo
traje de baño.
3
(Traducción al chino)
Nadie se mete dos veces en el mismo lío.
(Excepto los marxistas-leninistas)

Sigo. Lo que pretendía introducir el otro día son dos conceptos que caminan unidos:

1) Que si os parecía lógico que la incomodidad a la población, derivada de una huelga, o sea los famosos efectos colaterales, haya pasado a ser el objetivo primordial de la huelga y no el cese de la actividad en sí misma, o la búsqueda imaginativa de otro tipo de boicot al empresario.

2) Que si merece la pena el gasto brutal de imagen, ante una población que debería ser su aliada natural, que estos métodos provocan en la justa lucha sindical; que meditáramos cuántos jirones se dejan huelguistas así ante el rechazo que concitan en una población (también obrera) que se siente secuestrada.

Ese era mi debate y ese será el debate en el siglo que apenas hemos estrenado. Y si no lo hacemos, el derecho a la huelga en los términos en que lo hemos sacralizado desde la izquierda, pasará con los siglos a ser una rentable y próspera religión inmutable, con sus ricos sacerdotes y sus vaticanos, y sus ritos y sus dogmas escritos con tinta indeleble.

Más Noticias