Fuego amigo

Viajando en globo sonda

El verano es bueno para los globos sonda, y malo para las noticias crudas, porque los receptores le damos al zapping a la menor impertinencia que amenace con importunarnos la siesta. Esa siesta que comienza con el desayuno y termina por la noche, mediando unas cervecitas en el chiringuito al mediodía. Por eso los políticos hacen declaraciones sin corbata, disfrazados de camisas de fantasía, porque así parece que las ideas, por malas que sean, también van de sport.

Un globo sonda es una noticia en estado de gestación, y dependiendo de cómo haya caído entre la ciudadanía, será abortada de mala manera o se la dejará nacer entre algodones. El ejemplo que os traigo se gestó hace unos días (¡todavía le tiemblan las piernas!), cuando Rodríguez Zapatero anunciaba en foro público, y de manera harto misteriosa, que se iba a revisar el recorte presupuestario a la obra pública, quizá, pensaba yo, para cortar la sangría de un paro que se ceba principalmente en la construcción.

Fomento había puesto la parte del león en el recorte salvaje: 6.000 millones de euros, creo recordar. Así que, ¿quién iba a tomar el relevo del ahorro? Por decirlo de otra manera. ¿quién iba a pagar la reactivación de una obra pública que dejó en la calle a miles de trabajadores, pone en peligro la continuidad de muchas empresas y ha paralizado obras de comunicación ya pactadas con las comunidades autónomas?

Zapatero había convocado a los empresarios de las grandes constructoras para dar cuenta de las obras que ya no se paralizarán, y, al parecer, discutir un plan de futuro. Entre otras ideas, nacería una modalidad de obra pública cofinanciada por la empresa privada. Y de paso habría una foto para escenificar la reactivación económica en marcha. Pero los empresarios no querían foto y desconvocaron la reunión hasta que el presidente tenga a bien ser más discreto.

Al mismo tiempo, José Blanco, el ministro de Fomento, lanzaba el globo sonda que daría respuesta a mi pregunta sonda: ¿quién iba a pagar la reactivación de la obra pública? Pues una subida de impuestos, que, como todo el mundo sabe, es como se financian todos los estados.

Los bancos nos pueden subir las comisiones hasta extremos de fatiga: por si sacas de un cajero distinto a donde tienes la cuenta, por cada tarjeta de crédito, por ingresar un cheque, por cobrarlo, por pasarte de tiempo en el pago de la hipoteca, por cancelarla, por abrirla, por transferencias, por cada apunte bancario, por estar en números rojos, por comisión de mantenimiento... Han ganado sumas desorbitadas por todos estos conceptos ajenos a los buenos usos bancarios mientras el resto del país, como Esperanza Aguirre, a duras penas llegaba a fin de mes. Pero todo ello no ha merecido ni una sola interpelación parlamentaria, ni hemos salido a la calle armados... de pancartas. ¡Ah! Pero los impuestos que no nos los toquen. A los banqueros les concedemos doctorados honoris causa, pero los recaudadores de impuestos continúan con su bien ganada mala fama de los tiempos en que sólo sangraban a los miserables para mayor gloria de los reyes.

Todo el arco parlamentario salía ayer en contra del globo sonda de José Blanco, el recaudador de impuestos. Y todos, por distintos motivos, por supuesto. La izquierda, porque se teme que la subida de impuestos la van a pagar los mismos de siempre. Y las derechas (varias) porque continúan con la pamema neoliberal, que ya nadie abraza en el mundo, de que los impuestos crean recesión, que la riqueza y el empleo sólo lo trae la doctrina del laissez faire, laissez passer. Del laissez faire a gente como Díaz Ferrán, por ejemplo.

¿Era una noticia o un globo sonda? Pues era un vamos a ver si nos aclaramos, como dicen en Moncloa. Era un José Blanco no quería decir eso. Era que ya hablaremos de esto en septiembre.

Da gusto que te den así las noticias en verano, en medio del sopor. Como decía el chiste del divino Forges:

-Mariano: las siete.

-Que pasen -contestaba un Mariano incrustado en la almohada, negándose a creer que una nueva jornada laboral comenzaba.

-Manolito; los impuestos.

-Que pasen -le dije yo a mi chica, segundos antes de quedarme otra vez modorro.

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