Ahora que Obama cierra (en falso) la guerra de Irak, para que el gobierno de Maliki, de dudosa legalidad, tome el relevo y continúe en solitario con una guerra contra la llamada insurgencia, ya sea política o de terror indiscriminado, la Administración norteamericana busca un éxito internacional por la vía diplomática abierta en Madrid ya en 1991 en la Conferencia de Paz para Oriente Medio.

Lo que Bush padre y Gorbachov no consiguieron entonces pretende alcanzarlo ahora el primer presidente negro, y sin embargo... un blanco perfecto de todos cuantos temen perder más con la paz que con la guerra.

Es el blanco perfecto de Hamás, que, con cuatro asesinatos de colonos judíos el mismo día que se reanudaban las conversaciones, recordaba que sin ellos no hay negociación posible.

Y es el blanco perfecto del lobby de la extrema derecha judía, la que financia generosamente las campañas presidenciales de los republicanos.

Y ahora, queridos míos, contened la risa: es también el blanco perfecto del más poderoso y peligroso enemigo que acecha a la Casa Blanca: José María Aznar, el empleado de Murdoch, cuyo imperio mediático está entregado a la causa de la extrema derecha internacional.

Como se ha levantado la veda, el hombrecillo insufrible empieza a ver en Obama un elemento peligroso de desestabilización de la paz mundial. Un negrazo que "ha buscado una nueva relación con el mundo musulmán incluso a riesgo de socavar al mejor aliado de Estados Unidos en la región".

Obama, lo siento, estás perdido. A ti el hombrecillo de las alzas en los zapatos y melena ye-yé te parecerá un payaso. Pero, que lo sepas, es capaz de matarte de vergüenza ajena al menor descuido.