Fuego amigo

Las gaviotas se alimentan de cadáveres de huelgas

Una huelga es como el aborto: un último recurso para cuando las demás soluciones han fallado. Quienes dan ese paso doloroso preferirían haber solucionado antes sus problemas de forma menos traumática.

Para el día 29 hay una huelga general, un último recurso que los sindicatos llevan años obviando, cargándose de razones con lo que consideran una deriva hacia la derecha de un gobierno socialista... una vez más.

La del 14-D, de diciembre de 1988, fue convocada por CC.OO. y UGT contra una reforma del mercado laboral que pretendía abaratar el despido. Casi ocho millones de personas con los brazos cruzados obligaron al gobierno de Felipe González a retirar el proyecto. La general del 27-E, de enero de 1994, tuvo también como espoleta otra reforma del mercado laboral que concitó la oposición de los sindicatos.

Vamos a por la tercera contra un gobierno de izquierdas, después de haber aprendido que ni los abortos ni las huelgas se pueden dejar a medias. Un fracaso en el apoyo a la convocatoria sería poner en riesgo la capacidad de movilización, y por tanto, la "auctoritas" de los sindicatos. Por ello Comisiones y UGT se tomaron un tiempo inusitado para convocarla, mediando las vacaciones estivales, porque el naufragio de la huelga (¿qué porcentaje de no huelguistas se vería como un fracaso?) sería el éxito del gobierno.

Según recientes encuestas, a día de hoy sólo el 9% de los trabajadores tiene comprometida su participación en la huelga. Un fracaso sindical supondría para la derecha un regalo inesperado: un gobierno debilitado, contestado por su votante natural, y unos sindicatos, sin autoridad moral, de los que nada tiene que temer para cuando gobierne. Despojos perfectos para alimento de gaviotas carroñeras.

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