Fuego amigo

Traeremos la paz sin decir que es de su parte ni en su nombre

Debo confesaros por anticipado mi hastío sobre el asunto de las manifestaciones del Partido Popular, el auténtico convocante parapetado tras las siglas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) de su propiedad. Pero no puedo dejar de lado mis obligaciones como presidente de la AVAVT (Asociación de Víctimas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo). Me da mucha pereza mental volver a recordar que los mismos, y por ahora los únicos, que se bajaron los pantalones ante los terroristas de ETA, acercando presos masivamente, negociando con ellos, calentándoles el oído con su música favorita al no llamarles Aznar directamente asesinos o terroristas sino «Movimiento Vasco de Liberación»... que la plana mayor de incompetentes a los que les estallaron los trenes el 11-M, a pesar de los informes de alerta con que contaba su ministerio de Interior... no eran otros que los que marchaban el sábado por la calle Serrano de Madrid ("zona nacional") al frente de las pancartas para exigir que el gobierno socialista no traiga la paz "en su nombre".

Bueno, pues como presidente de la AVAVT quiero enviarles un mensaje de tranquilidad. A ellos me dirijo para decirles que no se preocupen en absoluto, que procuraremos traer la paz sin decir que es de su parte. Ya sabemos que con la paz, ese siniestro personaje llamado Alcaraz se queda sin trabajo, y el PP, sin una de las armas electorales clave para las próximas elecciones. Mientras, ya metidos en el disparate de mentir sobre el objeto de la manifestación (había pancartas con más insultos contra Zapatero y banderitas preconstitucionales por metro cuadrado que sonotones y dentaduras postizas, aunque quizá exagere) no pasa nada por seguir mintiendo con la cantidad de manifestantes, ese número mágico que con tanto afán persiguen como si así lograsen legitimar el embuste principal.

Para los convocantes, una buena cifra es 1.300.000 personas. Para mí que han perdido una ocasión de oro, una vez más, porque podrían haber dicho tranquilamente tres millones, porque a los creyentes, una vez metidos en harina, lo mismo les da que les cuenten el episodio de la multiplicación de los panes y los peces que el de la multiplicación de devotos manifestantes. Y a los demás, reconozcamos que la cifra de tres millones da más risa que un millón trescientos mil, como bien sabían en el cine mudo cuando exageraban los gestos hasta salírseles los ojos de las cuencas para provocar la hilaridad en el espectador. Pero hasta eso nos quieren escatimar, les molesta que nos divirtamos en exceso con sus desvaríos.

Yo he echado mano de mis clásicos para estos casos, El Manifestómetro, mucho más profesionales que los servicios de propaganda de Esperanza Aguirre, quienes tras una análisis casi topográfico del terreno concluyen que "con el área seleccionada se obtienen aproximadamente 35.000 metros cuadrados. Cogiendo una estimación de densidad de entre 3 y 4 personas por metro cuadrado, se obtienen unas cifras de entre 105.000 y 140.000 asistentes".

Lo cual, bien mirado, es desolador si consideramos que somos 44 millones de españoles, y que el sábado nos hemos escaqueado 43.860.000. Casi 44 millones a los que no les importa que Zapatero alcance la paz duradera para que no sigan creciendo en un futuro los afiliados a ninguna asociación de víctimas del terrorismo.

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Meditación para hoy: las otras manifestaciones contra la violencia machista tuvieron un carácter testimonial. Quizá porque la mayoría piense que ese tipo de terrorismo no tiene remedio, que está grabado en nuestros genes.

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