Fuego amigo

Asignatura para padres

No veo el día de tener entre mis manos un libro de la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía. Debe de ser una espléndida idea cuando se oponen a ella los sectores más conservadores y las organizaciones más reaccionarias, como la Iglesia Católica, que pretenden mantener a toda costa el monopolio de la educación. Cuando la ministra de Educación presentó a principios de verano el borrador de la futura asignatura a una veintena de asociaciones educativas, me pareció tan interesante que pensé: creo que sería una espléndida asignatura para los padres.

Os refresco la memoria y copio un extracto de su presentación en la que se anunciaba que los alumnos españoles podrán estudiar ...la dimensión humana de la sexualidad, la valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sexistas, participación en la escuela, Declaración Universal de los Derechos Humanos, respeto a las opciones laicas y religiosas de los ciudadanos, funcionamiento de los regímenes democráticos, bienes comunes, racismo y violencia, respeto y cuidado del medio ambiente, la circulación vial, el consumo racional y los conflictos del mundo actual. (...) Se formará a los estudiantes sobre los interrogantes del ser humano, los sentimientos y emociones en las relaciones interpersonales, las teorías éticas, el pluralismo moral, instituciones democráticas, valores constitucionales, factores que generan problemas a distintos colectivos, la globalización, dignidad de la persona, causas, factores y alternativas a la discriminación de las mujeres, entre otras cuestiones...

Y yo me pregunto, ¿qué hay entre todo ello que moleste tanto a los obispos? ¿Por qué muchos de los que en su fuero interno añoran aquella asignatura llamada Formación del Espíritu Nacional, semillero intelectual de un fascismo caduco de posguerra, se empeñan en compararla, para ridiculizarla, con la asignatura de Educación para la Ciudadanía? ¿Será que una Iglesia que sacraliza el celibato y la virginidad como estadio superior del ser humano no soporta que los niños aprendan nada acerca de "la dimensión humana de la sexualidad"? ¿Será que una institución que propagó secularmente que la mujer es un mero apéndice del varón se lleva mal con que los niños lleguen a saber de los "factores y alternativas a la discriminación de las mujeres" o "de los prejuicios sexistas" que imperan en la sociedad? ¿Será porque creen que la moral cristiana, al ser revelada por su dios, convierte en un saber innecesario el estudio de "las teorías éticas y el pluralismo moral"? ¿Será que una institución como la Iglesia, tan proclive históricamente a bendecir y dar cobertura moral, bajo palio, a las dictaduras más sanguinarias, considera impropio que nuestros niños aprendan el "funcionamiento de los regímenes democráticos"?

El arzobispo de Granada, Javier Martínez, asomó su patita antidemocrática diciendo que estaría "justificada la objeción de conciencia y la desobediencia civil" contra la nueva asignatura "si su implantación supone una grave invasión de un derecho fundamental de los padres". Este obispo es un claro ejemplo de por qué es tan necesaria la nueva asignatura: para que los nuevos españoles, tras aprender los rudimentos de la moral ciudadana, no lleguen jamás a parecerse en nada a obispos como este, cuyo estómago desagradecido mantenemos entre todos, que no conoce ni los rudimentos de la convivencia democrática.

En su momento ya dije que la política del gobierno de Rodríguez Zapatero con la Iglesia me parecía un disparate y una traición a esa mayoría de españoles que nos oponemos a mantener la sopa boba de astrólogos, quiromantes, echadores de cartas, videntes, sanadores y, como es el caso, vendedores de inexistentes paraísos. Y además, una tontería, porque subir la aportación en el IRPF del 0,5 al 0,7%, para mantener a flote el tren de vida de la Conferencia Episcopal y su engrasada industria, dinero que a su vez se juegan a escondidas en la Bolsa, como ya vimos en el caso Gescartera, no servirá para aplacar su desmedida ambición de dinero y poder. Si el Consejo de Ministros pensaba que con tan generosa financiación iba a acallar sus bocas de pedir, y favorecer así la coexistencia pacífica con la clerecía, al menos hasta la siguiente legislatura, he aquí la muestra de cuán grande es su equivocación.

Por algo el dicho castellano para definir a la persona pedigüeña e insaciable: "Parece que le ha hecho la boca un cura".
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(Meditación para hoy: el Partido Popular continuó con el NO-DO de la inseguridad ciudadana, a pesar de conocer que su productora había metido imágenes -las más catastróficas, por cierto- de cuando formaba parte del gobierno el ZAR en pleno -Zaplana, Acebes, Rajoy-. El ministro del Interior actual, Alfredo Pérez Rubalcaba, les avisó ayer de estar sufriendo un episodio grave de "amnesia", pues los gobiernos de José María Aznar habían dejado la seguridad ciudadana "hecha unos zorros" y con 10.000 policías y guardias civiles menos en las calles. Los mismos que habían inventado aquella fórmula mágica, por boca de su delegado del Gobierno en Madrid, de que "quien quiera seguridad que se la pague", ahora echan en falta 30.000 agentes de la autoridad para mantener el orden en la calle. ¡Qué capacidad inagotable para el ridículo!)

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