Fuego amigo

Los derechos humanos son una cojudez

Todavía permanece en el aire el aroma a cirio e incienso. Y aquí nos ha quedado en el ambiente la doctrina de un jefe de estado que ha aprovechado nuestra amable invitación, a gastos pagados, para opinar sobre nuestra moralidad, dudar de nuestra capacidad intelectual y cubrirnos de insultos.

El farsante de Roma, el representante de uno de los pocos estados que quedan en el mundo que todavía no han firmado la Declaración Universal de Derechos Humanos ("Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos..."), tiene pendiente de ratificación convenios de Naciones Unidas como la supresión de la discriminación basada en la sexualidad, en la enseñanza, en el empleo, en la profesión, el de protección de los pueblos indígenas, de los derechos de los trabajadores, de los derechos de las mujeres, contra los genocidios, contra los crímenes de guerra, contra los crímenes contra la humanidad, contra el apartheid, por la supresión de la esclavitud, por la supresión de los trabajos forzados, por la supresión de la tortura, y por la supresión de la pena de muerte, entre otros. Ya lo avisó en su día el cardenal peruano Juan Luis Cipriani, miembro del Opus Dei y amigo y defensor de Alberto Fujimori: "Los Derechos Humanos son una cojudez".

Mientras se disipa en el aire su peste golpista y homófoba, otro estado totalitario, el del sátrapa que gobierna Marruecos y que desprecia los derechos humanos con parecida pasión y dedicación a la del Pontífice, envía hacia España un nuevo aliento apestoso, ciscándose en nuestros representantes electos, maltratando periodistas, matando a balazos a saharauis indefensos, los mismos que ya nosotros abandonamos a su suerte hace años.

Y ahora pregunto, por preguntar, no más: ¿Es obligatorio soportar que el gobierno español diga amén a dos afrentas seguidas en una misma semana? ¿Los ciudadanos españoles tenemos que mirar para otro lado cuando la nueva ministra de Exteriores sólo (perdón, solo) muestra "preocupación" por lo ocurrido en el campamento saharaui? ¿Son tan necesarios para nosotros los acuerdos espirituales, comerciales y de pesca con ambos sátrapas como para tener que soportar con una sonrisa su desprecio a esa cojudez de los derechos humanos?

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