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Los políticos comparten con los taxistas una asombrosa y envidiable capacidad: la de tener una opinión formada sobre cualquier asunto que se suscite, y la de saber expresarla sin el menor titubeo ni vergüenza. Y si en algún momento sus fuerzas flaquean, no tienen más que meterse en vena una dosis de la cadena COPE, esa emisora que es como una universidad a distancia de las ondas. Es lo que diríamos gente a la que no le cabe la menor duda.

Muchos taxistas heredan, quizá, esta habilidad de cuando eran confidentes de la policía franquista, a la que debían transmitir una bien aplomada sensación de seguridad. Quien titubeara estaba perdido, se quedaba sin el oficio. Luego ampliaron su especialidad, hasta llegar a ser seleccionadores de fútbol o, lo que es más asombroso todavía, ministros de Hacienda, al tiempo que enderezan las curvas con una sola mano mientras gesticulan con la otra.

En los políticos, saber de todo va en el sueldo. María Dolores Cospedal es mi sabia favorita porque posee la cualidad de saber defender una teoría y la contraria a un tiempo, con esa intrigante sonrisa de jugadora de póker. Basta verla defender la salida de la crisis pactada por su partido hermano en Portugal, donde van a recortar pensiones y salarios públicos y aumentar el IVA, mientras recorre España denunciando que Zapatero va a recortar pensiones y salarios públicos y aumentar el IVA. Así. Con dos. ¿No es fantástico?

Basta con echar la vista unos años atrás para verla, a ella y a su jefe Mariano Rajoy, alabando el milagro irlandés basado en el ladrillo y el crédito suelto, para tener que oírla ahora, años después, culpando a Zapatero de basar nuestro crecimiento en el ladrillo y el crédito suelto. Y todo sin abandonar esa sonrisa enigmática del que se sabe cargado de razón, dando por hecho que la función hace al órgano, que la sabiduría viene en el equipamiento básico del cargo.

Todo esto también lo aprende en la COPE, por la mañana y en ayunas, pero lo dice con voz de máster, con más estilo aún que un taxista adicto a la cadena episcopal.