Fuego amigo

El emperador es un cotilla

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El cine de Hollywood lleva tantos años al servicio de la política norteamericana, dedicada a excitar el patrioterismo de su población, que habían convencido a generaciones enteras de todo el mundo de que sus servicios secretos habían alcanzado una profesionalidad rayana en la exactitud matemática. Les vimos preparar golpes de estado, financiar guerrillas y luchar contra invasores galácticos, apoyados en los más sofisticados sistemas de computación y escucha electrónica... para esto.

Ahora resulta que, una vez desnudado el emperador por el portal Wikileaks, los servicios secretos norteamericanos no son ni servicios ni secretos: lo componen una organización de cotillas que van regando papeles confidenciales por cualquier sitio.

Asistir a una fiesta con alguien de la embajada norteamericana va a ser, de ahora en delante, una actitud de riesgo. Como el viejo chiste: a ver quién se levanta de la reunión para ir a mear. Al día siguiente tienes un informe tuyo en Washington detallando cómo vas de la próstata.

Allí están muy preocupados porque se haya desvelado la doble vida de sus diplomáticos/espías. A Gaddafi le gustan las enfermeras rubias; Vladimir Putin es "un político de corte autoritario", como fiel sucesor del régimen comunista; Berlusconi corre el peligro de morir de un infarto en una de sus famosas "fiestas salvajes" con prostitutas jóvenes; dudan de la salud mental de la presidenta argentina; y el izquierdismo de Zapatero es propio de una izquierda "trasnochada y romántica", lo cual, entre puteros, nazis y locos no queda del todo mal parado. ¡Ojalá fuese de una izquierda trasnochada y romántica!

Y uno pensando que se dedicaban a contar misiles, centrifugadoras de uranio y terroristas internacionales. Hay que joderse.

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