Fuego amigo

El humorista insufrible

La ópera Idomeneo, de Mozart, que se iba a representar en Berlín, ha sido suspendida, atendiendo a las recomendaciones de la Oficina Federal de Investigación Criminal, por miedo a la reacción del islamismo radical.

Al parecer, al final de la representación, el protagonista sale con un saco (esta vez no soy yo, quietos todos) del que extrae las cabezas cortadas de Buda, Poseidón, Jesús y Mahoma. Es sin duda una licencia del director de escena, pues Mozart se había limitado a poner música a un libreto que narraba la rebelión de los hombres contra el caprichoso comportamiento de los dioses.

Tras los sucesos recientes de las caricaturas de Mahoma y el mensaje de Benedicto XVI, lo de Idomeneo vuelve a poner sobre el tapete la reflexión de dónde está el límite en que el mundo laico debe doblegarse ante el asedio de los radicalismos religiosos, y cuándo debe decir basta y hasta aquí hemos llegado. Y más aún, hasta qué punto estamos interiorizando el miedo en nuestra sociedad, desde los creadores artísticos a los pilotos que hacen bajar del avión a un pasajero "porque tenía aspecto árabe", como ocurrió este verano en un vuelo que partía de Andalucía, o sea, Al Andalus.

Ayer, un columnista del Boston Globe, James Carroll , acusaba a Benedicto XVI de ignorar la historia, recordando que el cristianismo, empezando con Constantino y continuando con las Cruzadas hasta la Ilustración, "extendió la fe que predicaba por la espada". En cambio, el Islam patrocinaba una convivencia religiosa muy rara entre judíos, cristianos, y musulmanes en ese mismo período de donde procede la cita del Papa.

Lo mejor es el dibujo que acompaña al artículo, toda una reflexión sobre el estado de nervios en la lucha contra el terror y la incardinacióno de las religiones en la sociedad. Acaba diciendo: "El mundo está loco. Pero muy religioso". Es de Oliphant, y yo me he permitido traducirlo libremente con el Photoshop para los que no dominéis el inglés.

Lo que parece seguro es que Oliphant no conoce las últimas citas de Aznar, o si las conoce le parece un hombre tan insignificante que no le ha merecido su atención. Pero él se lo pierde, porque Aznar, desde que ha perdido el poder y la razón, es una fuente inagotable de situaciones hilarantes. Al menos en esta ocasión se habría ganado en el dibujo un pedestal como el de su amigo y Papa George W. Bush.

Si yo fuese dibujante, lo nombraría mi musa, sería su sombra para no perderme ninguna de las deposiciones mentales del insufrible historiador, profesor de derecho internacional, negociador emérito con ETA y patriota ambulante, dependiendo de los días. Porque a Aznar sólo hay que ponerle el dibujo encima de sus frases históricas para que el personal se descojone de risa.

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