Fuego amigo

Parece que les hizo la boca un cura

Ya sabemos que gobernar en democracia es el arte de lo posible. Y doy por hecho, también, que es el resultado de los principios morales y políticos de un partido, tamizados a través de la espesa malla de los grupos de presión. Pero hay cosas por las que no podemos pasar. Este es un estado laico, que se distingue de los estados teocráticos, entre otras cosas, porque los derechos ciudadanos priman sobre la barbarie, sobre la arbitrariedad, porque no hay más leyes que las que dicta la razón y no los dioses. En estas sociedades, los fieles del ratoncito Pérez o del dios de Abraham no pueden tener más derechos que los seguidores del Tarot o de los horóscopos. Las fantasías, que cada uno se las pague de su bolsillo.
La Iglesia católica, como todas las demás, es una industria, una gran compañía multinacional con su presidente del Consejo de Administración, vocales, socios, trabajadores, que vende un producto por el que cobra y se paga sus sueldos. Yo no tengo la culpa de que su producto se venda mal, que sus iglesias huelan a rancio y las nuevas generaciones huyan de sus sermones. La religión de los faraones también se creía eterna y duró más del doble, pero al final dejaron de comprarla sus clientes. Y no llegó por ello el fin del mundo. ¿Por qué hay que subvencionar a los curas, y no a los echadores de cartas, pitonisas, nigromantes, adivinos e intérpretes del horóscopo que cuentan con una clientela mucho mayor, que incluso hacen un trabajo mucho mejor que ellos, o al menos más ilusionante, aunque vendan un producto igual de falso?
Pues mira, Manolito, porque la Iglesia es un grupo de presión, porque tiene industrias, escuelas, universidades, bancos, porque sus tentáculos se extienden por todos los estratos sociales, por todos los partidos políticos, y porque tiene la capacidad de amenazarte con un dios con muy malas pulgas. La Iglesia española nos debe cientos de millones de euros impagados en estos últimos años (tan sólo en este le hemos regalado 13 millones, o sea, más de dos mil millones de las antiguas pesetas), lo que no le ha impedido bajarle los pantalones al gobierno socialista y laico (eso de bajarnos los pantalones era lo que le encantaba, por cierto, al Focas, el cura pederasta que me daba francés –me refiero al idioma, por fortuna-) para conseguir una subida del 0,5 al 0,7% en las aportaciones voluntarias de los contribuyentes a Hacienda. Ahora tan sólo el 30% de las declaraciones llevan tachada la casilla de la Iglesia, pero se advierte una tendencia a la baja año tras año, según va subiendo el nivel cultural de los españoles. Cuando las generaciones del Nintendo se incorporen al mercado laboral y comiencen a hacer sus declaraciones a Hacienda, en cuyas cabezas no habitan más dioses que los ninjas, igual de virtuales que el de Rouco Varela, ¿cuanto volverán a pedir los curas?Ah! Pero para entonces, dios mediante, ya gobernará el Partido Popular y se acabarán sus problemas.

Ayer, por ejemplo, fue de opereta. En Génova 13 Rue del Percebe cundió el desconcierto porque les pillaron sin guión, y ya se sabe que estos chicos sin guión son capaces de los mayores disparates (con guión son la leche). La secuencia es la siguiente: el consejo de Ministros anuncia que se ha llegado a un acuerdo con la Iglesia para elevar la famosa aportación voluntaria del 0,5 al 0,7%, pero que, en contrapartida, se acababa la "asignación directa", esa que nunca devolvían, la institución queda de ahora en adelante sujeta al pago del IVA en la adquisición de bienes mubles e inmuebles, tal y como había solicitado la Unión Europea, y deberá justificar sus gastos ante Hacienda.
Pasan las horas, y la Conferencia Episcopal no dice esta boca es mía. Preguntan los periodistas a Ana Pastor, la responsable de políticas sociales del Partido Popular, y contesta... que todavía no pueden contestar. Les faltaba el guión, no llegaba la maldita llamada del cardenal de guardia con las instrucciones de lo que debían decir. Finalmente los obispos aceptan y a los populares solo les queda refugiarse de nuevo en la teoría de la conspiración del 11-M, a la que se suma a última hora su sección pinturera de víctimas del terrorismo del ácido bórico (AVT). Vaya por dios, y nunca mejor dicho.
El huracán Gordon pasó por Galicia sin apenas causar daños. Una oportunidad perdida. Ellos, que seguramente tenían preparado ya el guión de acusaciones a la Xunta sobre la mala gestión del posible desastre, se tienen que callar porque el único tejado que voló fue el de las casas subvencionadas y mal construidas por la anterior Xunta del PP.
Ni Gordon, ni agravio a la Iglesia. Habrá que preguntar a Pedrojota qué coño hacemos este fin de semana.

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