Fuego amigo

Inventando la pólvora

Siempre fui un mal lector de novela negra y mal espectador de cine negro porque llega un momento en la complicación de la trama que me pierdo; en lugar de provocarme tensión, me extravío entre tanto detalle de situaciones y vidas entrecruzadas, y acabo siendo incapaz de distinguir lo superfluo de lo medular, que es lo que en el fondo pretendía el autor para despistarnos. El caso es que acabo aburiéndome.Es lo que me está ocurriendo con la novela negra que se han montado el ZAR y Pedrojota. Yo que ya había aprendido a distinguir la Goma-2 ECO del Tytadine, y cuál de los dos explosivos convenía más a la teoría de la conspiración, ahora que había rescatado de mi discoteca a la Orquesta Mondragón y puesto al día sobre las marcas de furgonetas, ahora resulta que entra en la trama el ácido bórico, una sustancia de venta en droguerías que hasta hace unos años se utilizaba como conservante de gambas y langostinos frescos para evitar que se ennegrecieran las cabezas y conservar así la apariencia lozana del marisco.En mi infancia tuve un amigo que descubrió la pólvora. La pólvora negra, concretamente, negra como las novelas, las películas y las tramas de Pedrojota. Al parecer, había encontrado la fórmula en un libro de su padre. Se mezclaban seis partes de clorato potásico, reducido a polvo, que se compraba en las farmacias sin receta y que estaba indicado para no sé qué afecciones de la garganta (aún me parece sentir en la boca el sabor salino de aquellas pastillas redondas y diminutas) con una parte de azufre y otra parte de carbón vegetal (el picón de toda la vida). En realidad yo debería estar muerto. Colocábamos una porción de la mezcla entre dos piedras, y a este bocadillo de pólvora le lanzábamos desde la distancia otra piedra más pesada que, cuando atinaba, hacía estallar el conjunto por los aires como una pequeña bomba (ahora no recuerdo cómo, pero imagino que o bien una de las piedras soltaba una chispa que hacía de espoleta, o bien estallaba por simple presión).Pero Pedrojota es mucho más hábil, hace bombas con cualquier material, sea una cinta de casette, una mochila, un reloj Casio o una bolsa de ácido bórico. Es capaz de inventar la pólvora todos los días, pues para él todo vale como material fungible, de la misma manera que todos los personajes son sospechosos, los buenos son los malos, y los malos vaya usted a saber. Y como se entere de que soy un experto en fabricar pólvora negra se me va a caer el pelo.El caso es que gracias al culebrón seguramente está rehaciendo las ventas de su periódico, que venían cayendo en picado año tras año, a la espera de que el hombrecillo insufrible ponga por fin sobre la mesa de su despacho el dinero de Murdoch.Y mientras, está llenando de mierda e insidias todas las capas del Estado de derecho con la misma impunidad, por ahora, que planta una piscina en terreno público sin que nadie se la mande derribar. Ahora acusa al Ministerio del Interior de entregar al juez Del Olmo un informe falso de la Policía Científica, extremo que, por supuesto, niegan la policía y el ministerio del Interior. ¿Por qué ante la acusación de un delito tan grave el ministerio no ha reaccionado hasta hoy?Todos los partidos políticos, excepto el PP, ya se han plantado y han decidido colectivamente impedir que se vuelva a utilizar el Parlamento para la escenificación de esta farsa de novela negra del PPedrojota. El Parlamento no puede estar trabajando de agente publicitario de un periódico. Ahora le toca a la justicia de una vez. Por fin hemos oído de boca de un representante del gobierno que la libertad de prensa tiene unos límites marcados por el Código Civil. "He pedido a los servicios jurídicos del Estado –acaba de anunciar Rubalcaba- que estudien si la noticia, tal y como se presenta, puede ser objeto de acciones judiciales por parte del Ministerio o del Gobierno en su caso".Es algo que nos estábamos preguntando muchos, por qué han tardado tanto en darse cuenta de que el Código Civil, por muy aburrido que parezca, es mucho más interesante y más expeditivo que los delirios golpistas del boletín oficial de la extrema derecha.

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